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2010/08/20

Co Latino-La temerosa República de El Salvador | 19 de Agosto de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 Orlando de Sola W.20 de Agosto. Tomado de Diario Co Latino.

Hace muchos años, viajando por Europa, visité la Serenísima República de Venecia, o lo que
queda de ella, porque se ha convertido en parte de la República Italiana.
Me impresionó su arte, su arquitectura y su belleza natural; sus canales y sus antiguos pantanos. Pero lo que más me impresionó fue la historia de su forma de gobierno, que se basaba en Dogos electos en forma vitalicia, con la supervisión de varios concejos especializados. Pensé en El Salvador, en plena guerra. Y me lo imaginé con la serenidad de la antigua República de Venecia, de donde partió Marco Polo, en 1255, para buscar el lejano oriente, logrando muchas cosas positivas para la humanidad.
La Serenísima República de Venecia duró desde que se independizó del Imperio Bizantino, a finales del siglo IX, hasta que fue invadida por tropas de Napoleón Bonaparte, en 1797. Durante todo ese tiempo progresó con el comercio marítimo en el Adriático y buena parte del Mediterráneo.
Contrario a la República de Venecia, que feneció cuando la invadieron tropas de Napoleón, la República de El Salvador nació con la invasión napoleónica de España, en 1808. El Rey Carlos IV fue sustituido por José Bonaparte, un hermano de Napoleón, que a su vez fue sustituido por Fernando VII, hijo de Carlos IV, cuyo absolutismo colonial aceleró los movimientos independentistas en América.
La temerosa República de El Salvador culminó su independencia hasta 1821. Pero eso no ha sido suficiente porque, además de independencia, se necesita buen gobierno y sabiduría, lo que no siempre llega por la vía electorera, ni por golpes de estado, que han sido comunes en nuestra historia.
En la época de los caudillos, entre los siglos XIX y XX,  El Salvador se caracterizó por déspotas ilustrados que trataban de gobernar sin votos, pero con el apoyo de la población, que se sentía beneficiada por la relativa tranquilidad y orden. Después de la Guerra que terminó en 1992, los sucesivos gobiernos no han logrado la ansiada paz, al grado que se menciona el Estado Fallido, un concepto lanzado en la revista “Foreign Policy”, de Estados Unidos, en Junio de 2006.
Estado Fallido, dice “Foreign Policy”, “es aquel en el que el Gobierno no tiene el control real de su territorio, no está considerado como legítimo por una parte importante de la población, no ofrece seguridad interna o servicios públicos esenciales a sus ciudadanos y no tiene el monopolio del uso de la fuerza”.
En la edición de Agosto de 2007 “Foreign Policy” agrega: “corrupción generalizada, clases dirigentes depredadoras que monopolizan el poder desde hace mucho tiempo, ausencia del imperio de la ley y graves divisiones étnicas o religiosas”.
¿Seremos un estado fallido, o simplemente atemorizado, o ambos? El temor, que es la antesala del terror y el pánico, no es aconsejable a ningún individuo, o conglomerado. Son naturales, hasta cierto punto, la ansiedad y la angustia cuando se aproxima un huracán. Pero el temor no es aceptable, aunque  aquí se le teme a las maras, los buseros, los taxistas, los vendedores ambulantes, los distribuidores de energía eléctrica, las telefónicas, los bancos reprivatizados y otras organizaciones violentas inferiores al Estado, pero con suficiente influencia por su fuerza ilegítima. ¿Dónde queda, ante tal temor, la fuerza legítima del Estado, o del Gobierno en el que hemos delegado la seguridad y el orden?
Las personas, o individuos, no progresamos en un estado atemorizado, por lo que debemos analizar las fallas que nos llevaron a esta situación, tratando de corregirlas de inmediato.
Uno de los errores de los funcionarios que dirigen nuestras instituciones públicas es que no cumplen, ni hacen cumplir las leyes. Policías que instalan retenes en las autopistas para pedir documentos, ignorando vehículos sin luces, o que expelen grandes cantidades de humo, o que circulan por el carril equivocado, son ejemplo de este error institucional.
Hay fiscales que, en lugar de perseguir delitos reales, se inventan delitos por encargo, para complacer a sus clientes. Hay partidos en formación que comienzan su existencia con ilegalidades. Hay compañías distribuidoras de energía eléctrica cuyas redes de distribución contrarían toda clase de leyes y reglamentos, compañías publicitarias que colocan vallas donde no deben, peatones que cruzan calles donde no deben, vendedoras que invaden calles y aceras, y funcionarios que no hacen nada al respecto, perdiendo su autoridad.
La situación es grave. No se puede seguir así, por lo que hacemos un llamado a cumplir las leyes. Y si no sirven, a derogarlas, pues tenemos un exceso de legislación, o legislitis.
Para que nuestra Temerosa República no se convierta en Estado Fallido, necesitamos que el poder, la autoridad y la influencia se entiendan, dejando de lado diferencias ideológicas, partidarias, o clasistas. El caos que vivimos puede ser superado con instituciones efectivas, incluyendo los órganos legislativo, ejecutivo y judicial, ahora más al servicio de los partidos que del pueblo.

La temerosa República de El Salvador | 19 de Agosto de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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