Comentarios mas recientes

2010/08/20

Contra Punto-El negocio del poder mediático - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Armando Salazar.20 de Agosto. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR-Los medios de comunicación son un poder en la sociedad en tanto tienen una alta capacidad de influir en la ciudadanía y la población. Además, también juegan un papel vertebral en las políticas del Estado.
Como en muchos otros países, el problema es que este poder mediático ha sido manejado como una hacienda o una empresa que ha respondido a los intereses y arbitrios privados y se ha cobijado con la legalidad dictada por los gobiernos que han surgido desde la cúpula de la Anep.
Los grandes y tradicionales capitales mediáticos del país (radio, prensa escrita y televisión) funcionan sustancialmente como una empresa bursátil. Miden su avance por la rentabilidad económica en las ventas por publicidad comercial, hacen inversiones tecnológicas por ello mismo y determinan su línea editorial en la promoción y defensa de los intereses políticos del gran empresariado, que no son los intereses de la sociedad entera.
Estos medios específicos, le tienen miedo a la justicia. Le tienen pavor a una democracia que sea para todos. Y a los editores de estos medios, siempre les da fiebre las raíces de la verdad cotidiana, estructural e histórica. Saben lo que hacen y saben lo que han hecho: por los intereses de un puñado de grupos empresariales, han usurpado la identidad nacional.
Con el paso del tiempo y los gobiernos, las costumbres y las leyes depuradas, creen tener el derecho de amalgamar las conciencias de la sociedad para darle continuidad a un sistema que sigue exportando pobres que hipotecan a sus familias. El propósito diario es convertir a la población en una masa homogénea para recibir mensajes (unilaterales y verticales, desde un emisor privilegiado que es parte indivisible del capital dominante). 
Como poder real, también hay que agregar, es el que más ha contribuido a malversar la cultura nacional, al ser el principal difusor de costumbres, modas, satisfacciones y convicciones de culturas ajenas a las nuestras (que no es que sean “malas” de por sí), suplantando y aplastando la creación nacional, trabajando para hacer creer que esa difusión mediática es la propia y nos proporciona identidad, sin promover el re-conocimiento, ancestral y actual, de nosotros mismos.
Pero eso no es todo. Ellos, los dueños de los medios, se han apropiado el “derecho legal” de ser impunes ante la sociedad ¡¡Y ordenaron escribirlo en el Código Penal!! El articulado les otorga la facultad de labrar diariamente su visión del mundo, su razonamiento, su lógica, sus valores… atropellando a los trabajadores (consumidores, clientes), a la disidencia del poder, a la sociedad entera, sean jóvenes, mujeres, ancianos o clase media.
Pero así también como ellos hacen “sus memorias” públicas, en este país, si no mal recordamos, y en nombre de la libertad y la democracia, la lucha mediática incluyó el asesinato, captura y amenaza de periodistas, nacionales y extranjeros. Bombas a la radiodifusora (en AM) y persecución a la Secretaría Social del Arzobispado, a las imprentas de la UCA. Demolieron con explosivos La Crónica del Pueblo, además de los operativos militares, cañoneos y bombardeos incesantes a las radios insurgentes. Acompañaron sin reservas ni pudor las versiones de la dictadura militar y lo han hecho con las colmadas versiones del neoliberalismo dictadas por la banca mundial.
¿Cuántos hechos han ocultado, desde antes de la masacre en el Río Sumpul o de las responsabilidades sobre los asesinatos de Monseñor Romero, los líderes de la CRM-FDR, las monjas norteamericanas, los jesuitas o incluso sobre los mismos diputados del partido Arena (Parlacen) ejecutados en Guatemala?
¿Cuáles fueron los titulares y contenidos de la prensa? ¿Acaso no fueron las versiones del alto mando empresarial-partidario? ¿Qué decir de la dolarización, por ejemplo? Hoy los mangos y las verduras están más caros. Lo que valía un colón hoy vale un dólar, sin embargo, nos vendieron la dolarización como la excelsa ruta del desarrollo material de este pueblo.
Hoy, los “grandes” medios salvadoreños tienen que trabajar más para persuadir y “estandarizar” la conciencia de la población. Hoy, como sociedad, ya no somos ni tan ciegos ni las empresas mediáticas son tan eficientemente tuertas.
La libertad de información y expresión, persuadir y sugerir, como esencia de las libertades democráticas ha sido un argumento vertebral del capital y de las empresas mediáticas. La pregunta siempre será ¿En manos de quién están los medios? Y peor, si la conclusión es que estos medios están en pocas manos y siguen sumando. Es decir, en pocas manos, en una verdadera industria, está la libertad de controlar e incidir el pensamiento público, la circulación de información y las versiones públicas.
Trabajan para agrupar o masificar opiniones, manipulando así formas de ver y hábitos, formas de pensar, de identificarse, de ser, de actuar siempre en torno a intereses empresariales, los privilegiados. Esto no desmiente que sectores sociales también obtengan cierta satisfacción, identificación y reproducción de los mismos, que hacen un uso de ellos.
Sin embargo, también hay que decir que las empresas mediáticas precisamente no trabajan en pro de contribuir a construir un pensamiento crítico en la sociedad, que contribuya a hacer preguntas, exploraciones y tomar decisiones. Si así fuera, se les acabaría el negocio. Es por ello que prefieren trabajar por hacer del público una masa de espectadores, uniformarlos, frente a un tabloide o una pantalla casera.
Es por ello que estos medios trabajan por simplificar las emociones fuertes y no dar indicios de que en esta sociedad, es preciso fortalecer la relación directa con los otros y construir experiencias y conocimiento para resolver los problemas, desarrollarse.
Las empresas mediáticas son un poder y, hoy, sí le viene bien ser contrapeso de un gobierno distinto, cosa que nunca hicieron desde antes de la implantación del café, que atropelló los territorios originales indígenas. Como dice el dicho popular “chucho no come chucho, y si come, no come mucho”.
Pero igual, como poder, las empresas mediáticas tienen que estar sujetas a un control y a unos límites razonables, democráticos. Y ojo: los periodistas o reporteros no necesitan de las pesadas y amplias losas editoriales, que precisamente han actuado para ocultar la grave realidad del país desde hace muchos años.
Ojala la Corte Suprema de Justicia pueda resolver el debate sobre el artículo 191 del Código Penal a favor de la sociedad entera, a favor de nuestra democracia en cautiverio, y no a favor de los eternos grupos de poder.

El negocio del poder mediático - Noticias de El Salvador - ContraPunto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.