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2010/08/06

EDH-Acordonar a San José y también a San Salvador

 En algunas permisivas y alegres sociedades faltarían piedras para lapidar a las mujeres y hombres que se dan a todos los placeres carnales imaginables

06 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

 

Cuando a don Ricardo Jiménez Oreamuno, presidente de Costa Rica hace casi cien años, le propusieron acordonar las zonas rojas (o de despelotes) de la ciudad, respondió que en tal caso habría que amurallar a toda San José. Como nos tocaría a nosotros hacer con San Salvador después del paso por la alcaldía de La Reina de la Basura, que nos dejó con más de quinientos prostíbulos con sus permisos en regla, que simulan funcionar como comedores.

Al otro extremo del espectro está Irán, que ha condenado a muerte por lapidación a una pobre mujer de cuarenta y tres años acusada de haber tenido amoríos con dos hombres, ninguno de los cuales era su esposo. Y en los estratosféricos niveles de demencia religiosa del régimen, a lo más que puede aspirar la infeliz, la señora Sakineh Ashtiani, es que no la lapiden sino que "sólo" la ahorquen.

La demencia afecta tanto a Irán como a todas las regiones islámicas donde el fundamentalismo ejerce su influencia, desde Indonesia donde están prohibiendo los pantalones ceñidos al cuerpo, hasta Afganistán con niñas desfiguradas del rostro por ir a la escuela.

Aquí entra en escena el buen ángel redentor, Lula da Silva, que ha ofrecido a su caro amigo Ahmadineyad dar asilo a la señora Ashtiani: si les estorba allá, será bienvenida acá, en un país donde los carnavales y las playas fijan la moral pública. Pero de inmediato un enloquecido funcionario iraní rechazó la oferta con el alegato de que aceptar era inmiscuirse en los asuntos internos de su país.

¿¡Quién manda a Lula tener acercamientos con la cabeza de un régimen que patrocina el terrorismo!?

En el mundo se encuentra de todo, desde la mayor tolerancia hasta los rigores extremos, los que por lo general se dan entre los mahometanos que llegan inclusive a mutilar a las niñas para que no experimenten placer sexual. Condenas de muerte contra mujeres hay pendientes en ciertas regiones de África; inclusive entre ciertas sectas islámicas una mujer violada se considera adúltera, pero el extremo es que hay familias que, "por honor", matan a una hija por salir con un no musulmán, no digamos por irse a la cama con el infiel.

Cuando hay escasez de piedras…

En algunas permisivas y alegres sociedades faltarían piedras para lapidar a las mujeres y hombres que se dan a todos los placeres carnales imaginables, comenzando por Tailandia, un país que figura entre los más infectados de Sida del globo. Y mientras se dan excesos en las grandes ciudades, en las pequeñas comunidades son otras las reglas, precisamente porque detrás de cada persiana hay ojos de solteronas que vigilan a sus vecinos, como los había en la vieja Santa Tecla.

No sólo es de ahora, sino también lo fue en los tiempos bíblicos, de ser cierta la historia de Sodoma y Gomorra, igual que en las sociedades nórdicas mientras en Inglaterra regía Víctoria, y si nos atenemos a una clásica entrevista hecha a Ibsen, el gran dramaturgo noruego, que cuenta cómo casadas y viudas se pasaban las tardes muy atendidas.

¡O tempora, o mores! Cronistas occidentales que han pasado semanas en Teherán y otras ciudades persas, cuentan que al lado de la rigurosísima castidad oficial hay otras mucho más amables realidades. Todo es saber navegar en esas turbulentas aguas, como sucedía en la Florencia de Boccaccio en 1300 y la Inglaterra de Chaucer en 1400.

elsalvador.com :.: Acordonar a San José y también a San Salvador

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