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2010/08/16

EDH-Agentes tremendistas de la desinformación

 Luis Fernández Cuervo.16 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

(Segunda parte)

Señalé en mi artículo anterior cómo las campañas sobre el "nocivo" insecticida DDT, la explosión demográfica y el calentamiento global, han sido manipulaciones mundiales de intoxicación informativa, que consiguieron impregnar la mente de mucha gente en una gran cantidad de países. Las tres confluyen hacia una finalidad muy concreta: reducir la población mundial principalmente a expensas de los países subdesarrollados.

Otras, sobradamente denunciadas por mí, que persiguen el mismo fin, son las que actúan corrompiendo la sexualidad y la moralidad, especialmente de los jóvenes, bajo la presunta educación para una "salud sexual y reproductiva", promovidas en particular por el Fondo de Población de la ONU y la UNICEF y que a pesar de la evidencia de que promueven lo que dicen combatir --el Sida y las infecciones de transmisión sexual--, son aceptadas por los medios informativos del tercer mundo, como si fueran organizaciones filantrópicas cuando, en realidad, su eficacia es bajar la natalidad, destruir las familias y descristianizar.

Hoy, prefiero pasar a unos pocos ejemplos de estas campañas de deshumanización que rozan lo absurdo pero que muestran cómo, cuando se pierde el sentido de los valores humanos universales, que están en la base de cualquier civilización floreciente, se pierden también la lógica y el sentido común más evidentes. Ejemplos de desinformación que siguen la misma línea racista, imperialista y antihumana a un nivel que da risa, aunque son locos peligrosos.

Así la eco-catastrofista Ross Gelbspan declaró, en una conferencia que pronunció en Washington DC: "Los periodistas no sólo no tienen por qué referir las opiniones de los científicos escépticos en materia de calentamiento global, es que tienen la responsabilidad de no hacerlo". Y tuvo el apoyo de Reuters, Time y el Discovery Channel. Otro, que la supera, es el británico George Monbiot cuando dijo que, como los aviones con sus emisiones de CO2 contribuyen a los desastres del calentamiento global, "cada vez que alguien muere como consecuencia de una inundación en Bangladesh, habría que sacar a un ejecutivo de una compañía aérea de su despacho y ahogarlo".

Un artículo de Dianne Francis publicado en el National Post de Canadá, proponía la necesidad de una ley imponiendo la política china de un único hijo a todas las naciones. Con ello pronosticaba que eso reduciría la actual población mundial de 6.500 millones hasta unos 3 mil millones en 2075. Pero no está sola en esa postura. Poco antes de la cumbre de Copenhague, el Optimum Population Trust de Gran Bretaña proponía, en el periódico Guardian, compensar la emisión de CO2 de los jets privados en los viajes de los ricos, financiando la anticoncepción en los países más pobres.

¿Hay quien proponga una mayor barbaridad? Sí, por supuesto. Ahí está Paul Watson, presidente de la organización ecologista Sea Shepherd Conservation Society, escribiendo que la sobrepoblación humana es un virus que está matando a la Tierra y que, por eso mismo, el número de personas que habitan este planeta ha de reducirse en un 85%. "Ninguna comunidad humana debería superar los 20.000 miembros", insistió en un ensayo reciente. "Necesitamos reducir radical e inteligentemente la población humana a menos de mil millones". Para Watson la humanidad es --supongo que exceptuando a él mismo-- "el sida de la Tierra" y aboga para que no haya carros, aviones, ni barcos, excepto los veleros. ¿Lunático? ¿Internado en un manicomio? ¡No, qué va! Es cofundador de Greenpeace, miembro del Sierra Club y uno de los héroes de la revista Time.

Ayudan a esa insensatez, admitida y celebrada, el señor Peter Singer, que en vez de estar encerrado en un manicomio, es profesor de Bioética en una universidad australiana y promotor de su "Proyecto Gran Simio (PGS)" donde, haciendo honor a su apellido, suelta esta gran cantada: "el objetivo de toda nuestra empresa es establecer de nuevo el estatuto moral de los chimpancés, los gorilas y los orangutanes y la aceptación en calidad de persona de algunos animales no humanos". Lo fundamenta en que, según la ciencia --¿cuál de ellas?-- "la barrera moral que trazamos entre nosotros y ellos es indefendible". Y no le faltan seguidores en el mundo. Crecen los derechos (¿?) de los animales y de las plantas (¡!), mientras se machacan por toda esta caterva de fanáticos los derechos de los seres humanos.

Todo esto y lo que muchas más personas, ideas y fundaciones grotescas proponen no es sino la abolición del hombre, de su libertad y de su dignidad muy superior a la de todo otro ser viviente. El pretexto es elevar lo inferior, pero en realidad consiste en deprimir lo superior. El propósito no es otro sino manipular la población mundial, entonteciéndola, masificándola, esclavizándola y suprimiendo de ella a los que consideren inferiores.

elsalvador.com :.: Agentes tremendistas de la desinformación

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