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2010/08/20

EDH-El desafío de mejorar la supervisión en las escuelas

 Helga Cuéllar-Marchelli.20 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

 

¿Se acuerda de don Santiago? Sí, el maestro jubilado con quien disfruto conversar acerca de la educación salvadoreña. Esta semana me llamó por teléfono para contarme que los miembros de la gremial de maestros a la que él pertenece, tienen opiniones encontradas acerca de la supervisión escolar en el sistema público.

"Mire" --me dijo--, "mientras unos colegas piensan en eliminar a los asesores pedagógicos, porque dicen que sólo se dedican a fiscalizar a las escuelas, otros consideran que su papel es muy importante y se debe fortalecer". Don Santiago estaba muy interesado en comprender por qué entre los maestros había posiciones opuestas en torno al mismo tema. También quería conocer qué pensaba yo acerca de este dilema educativo. "¡Que debate más interesante!" --le contesté-- y seguidamente le exprese cuál es mi posición sobre este asunto.

En todos los sistemas educativos, es común encontrar mecanismos para supervisar y apoyar la labor administrativa y pedagógica de las escuelas. En El Salvador, hasta finales del siglo pasado, la supervisión se concentró en vigilar exclusivamente la organización, el funcionamiento y los registros contables de las escuelas públicas.

En 2001, como parte de los esfuerzos de reforma educativa y en concordancia con el nuevo enfoque pedagógico y curricular, esta manera de entender la función de la supervisión se sustituyó por la asesoría pedagógica. Así la figura del "supervisor" se reemplazó por la del "asesor pedagógico", un profesional a cargo de orientar las prácticas educativas y promover la actualización de los docentes.

Posteriormente, en 2005, no sólo se restableció la figura del supervisor, sino también se creó el "sistema de asesoría pedagógica y supervisión de la gestión escolar", cuyo propósito era elevar la calidad educativa. "Si, esa era la idea pero en la práctica hubo dificultades. Por eso se quejan mis colegas", me interrumpió don Santiago.

"Efectivamente", respondí, y, seguidamente agregué: "Evolucionar de la supervisión centrada en lo administrativo hacia una supervisión formativa no es fácil, y, en este proceso, el sistema educativo público está todavía a medio camino". Contrario a lo esperado, los asesores pedagógicos asumieron una excesiva carga administrativa, que les dificultó enfocarse en lo técnico-pedagógico.

Tampoco se contrató un número suficiente de asesores pedagógicos y asesores de gestión para atender las escuelas, no se le dio a éstos el adecuado status profesional, ni se creó una infraestructura de apoyo que facilitara su trabajo. En definitiva, la iniciativa era buena, pero se quedó corta.

Don Santiago reaccionó diciendo: "¡Ah!, entonces el problema no se resuelve eliminando a los asesores pedagógicos. Hay que ver qué se hace para que la supervisión formativa, como usted le llama, funcione". Yo le contesté que el Ministerio de Educación enfrenta el desafío de mejorar la supervisión escolar. De momento, esta institución se ha empeñado en fortalecer las Direcciones Departamentales, reorganizar los distritos escolares y añadir la figura de "asesor de programas" al equipo de asesores escolares, sin aumentar su número.

Se estima que hay 400 asesores para atender 5,164 escuelas públicas. Algunos se preguntan si será necesario tener tres tipos de asesores escolares. En mi opinión se han comenzado a realizar cambios sin tener claridad sobre cómo debería ser el sistema de supervisión en un contexto de autonomía escolar, y, quizá, sin haberle consultado a los directores y maestros, qué tipo de apoyo necesitan para cumplir la misión de producir educación de alta calidad.

Al preguntarle a don Santiago qué pensaba sobre estas ideas, apresuradamente me expresó: "Esta conversación está muy buena, pero se le está acabando el saldo a mi celular". Y se cortó la llamada. ¿Qué cree usted, amigo lector, que él me hubiera dicho?

elsalvador.com :.: El desafío de mejorar la supervisión en las escuelas

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