EDH-Explorando el reciente comportamiento de la criminalidad

 Carlos Ponce.18 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

Recientemente las altas autoridades del ramo de seguridad anunciaron una reducción en la incidencia de delitos. En sus declaraciones atribuyen este cambio en la tendencia de las estadísticas delictivas a la ejecución de diversos planes. No obstante, es importante analizar este quiebre en las cifras considerando otros elementos, con el fin de explorar diferentes escenarios que podrían sustentar hipótesis alternas, que enriquezcan el debate público sobre la temática.

Una perspectiva bajo la cual se puede explorar la situación, es la presunta negociación secreta, que muchos sostienen, existe entre los titulares del ramo respectivo y los principales cabecillas de pandillas recluidos en los centros penitenciarios. El analista Paolo Lüers escribió un artículo, publicado la semana pasada por este mismo rotativo, examinando un escrito de la Primera Dama. Lüers concluye que la visión expuesta por la esposa del presidente sobre la naturaleza y origen de los grupos pandilleros, es congruente con las presuntas negociaciones antes mencionadas y, en consecuencia, con las opiniones a favor de este tipo de abordaje vertidas por activistas de extrema izquierda.

Muchos profesionales de seguridad pública sostienen que este análisis coincide con algunas iniciativas lanzadas por el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública. Específicamente, señalan que los pandilleros ahora juegan un importante y protagónico papel dentro de los Comités de Prevención organizados por dicha dependencia del Ejecutivo en diferentes jurisdicciones. Esta estrategia pretende legitimar a las pandillas como actores relevantes de las comunidades en las que operan, promueve la negociación local con ellas y les otorga cierta autoridad en sus barrios.

Considerando la volátil y relativamente transitoria naturaleza de las estructuras de mando pandilleras, planteada por diferentes estudios criminológicos, y que los beneficios obtenidos a través de las supuestas negociaciones de funcionarios con cabecillas, desproporcionalmente favorece de forma visible e inmediata a los internos que pertenecen a pandillas, es lógico asumir que el presunto diálogo secreto pudiese conllevar roces entre los pandilleros que operan en las calles (que necesitan delinquir para ganar dinero) y los mandos purgando penas en el sistema penitenciario (que buscan mejores condiciones y más prerrogativas en los presidios).

Consecuentemente, los máximos cabecillas de pandillas tienen que lograr un difícil balance: mantener contentos a las autoridades gubernamentales con las que negocian (disminuyendo la cantidad de delitos perpetrados) y a los integrantes de sus organizaciones (que deben de cometer ilícitos para asegurar la continuidad de su agrupaciones, obtener recursos financieros y logísticos, y cuidar la reputación del colectivo dentro del bajo mundo).

El trágico y aberrante homicidio de los pasajeros de un autobús en Mejicanos, pudo haber proporcionado a los mandos de las pandillas una coyuntura perfecta para convencer a sus subordinados a que disminuyeran la actividad criminal, aduciendo que el incidente ha perjudicado la presunta e importante relación con los funcionarios de seguridad y planteando la necesidad de bajar el número de delitos para evitar atraer la atención pública y continuar obteniendo los beneficios otorgados por las autoridades a los reclusos.

Sin embargo, de ser este el caso, es probable que la cantidad ilícitos disminuya temporalmente, pero vuelva a incrementarse con el tiempo, ya que la necesidad de las pandillas por obtener dinero a través del crimen es permanente.

Otra posibilidad es que las supuestas negociaciones empujen a las pandillas a un proceso de evolución más acelerado, en donde se vean obligadas a incursionar en delitos más lucrativos y menos visibles, con el fin de mantener contentos a sus contrapartes en el presunto diálogo secreto.

Es necesario continuar analizando los cambios radicales en las estadísticas criminales desde diferentes puntos de vista, ya que solamente así la sociedad y, en particular, los generadores de opinión podrán tener una visión más apegada a la compleja crisis delictiva que afronta el país.

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