Ricardo Esmahan.10 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
La nueva Ley de Arizona sobre la inmigración ilegal, entró en vigor hace un par de semanas, con algunas limitaciones en su aplicación debido al fallo de un Tribunal Federal. Sin lugar a dudas la Corte Suprema de los Estados Unidos conocerá del tema, que a la larga puede provocar regulaciones federales.
Estos acontecimientos no pueden ser vistos simplemente como un asunto legal interno norteamericano, ya que tienen una connotación más amplia que trascienden las fronteras debido a la relación de flujos migratorios de países como El Salvador, afectando a la región de México y Centroamérica. Sus impactos caen sobre un entramado de relaciones bilaterales de naciones soberanas, cuyas dinámicas internas e intereses las están conduciendo a una era de tensión creciente. Esta ley y sus implicaciones deben analizarse como algo estratégico en un país como el nuestro.
Es de considerar que la necesidad de adquisición de mano de obra barata en Estados Unidos se convirtió en catalizador de la dinámica de las economías al sur del Río Grande, una necesidad atendida por un flujo poblacional creciente y cada vez más sofisticado hacia el territorio norteamericano. Tanto Estados Unidos como los países fuentes de la migración, vieron esto como algo mutuamente beneficioso. Desde el punto de vista norteamericano, existe una escasez perpetua de mano de obra en trabajo que sus ciudadanos no quieren realizar. Desde el punto de vista de nuestra región, el exceso demográfico de débiles economías las cuales no pueden absorber, por ende el trabajo emigra donde hay capital.
En nuestra región se promovieron políticas económicas y sociales alrededor de la idea de exportar mano de obra, para beneficiarse del flujo de remesas de los migrantes con el fin de equilibrar sus balanzas de pago, superando estos flujos monetarios a los de exportación de mercancías. Un flujo que genera una demanda efectiva que estimuló el comercio y menguó la producción nacional, su valor agregado y efecto multiplicador.
El gobierno federal y los estatales en Estados Unidos, han sido tolerantes al aplicar leyes migratorias, pero actualmente los límites de sus recursos los endurece. Los Estados del sur han mantenido gastos millonarios en la población de inmigrantes, en asistencia médica, educación y otras áreas. Estos gastos millonarios se han justificado como gastos menores por el interés de mantener un negocio bueno, mano de obra barata. Washington ve estos gastos como responsabilidad de los estados. Estos gastos asumidos por los estados, en parte, han generado la tensión entre Washington y Arizona, así como entre los que se benefician de la migración y de los que no se lucran de este fenómeno.
El mundo está lleno conflictos fronterizos políticos y culturales. Y si bien la inmigración en cualquier país desestabiliza, genera nuevas dinámicas y enriquece las culturas. Estados Unidos es un ejemplo de esta realidad y es un factor clave de su grandeza.
En fin, esta no es sólo una cuestión que limita a la Ley de Arizona, el contexto es la relación entre Estados Unidos y los países vecinos al sur de su frontera, es cuestión de interés mutuo, expresada en la migración. El problema es que la inmigración está siendo tratada como un debate interno sólo entre americanos, cuando realmente tiene un alcance mayor. Se trata de entendernos mutuamente y alcanzar esos entendimientos políticos y culturales entre naciones con necesidades y problemas propios. Washington evita convertir la inmigración en un tema de interés internacional, tratándolo más bien como un asunto que únicamente concierne a la legislación y autoridades norteamericanas. Eso ya no lo podemos seguir creyendo.
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