Comentarios mas recientes

2010/08/02

EDH-Laicismo: el enemigo de la libertad y la democracia

 Luis Fernández Cuervo.02 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.

Cuando Benedicto XVI visitó los Estados Unidos en abril de 2008, invitado por el Presidente Bush, uno de sus elogios fue, respondiendo a preguntas de los periodistas, la relación entre laicidad del Estado y fe en los Estados Unidos, modelo «fundamental» que debería imitarse también en Europa. El obispo de Roma elogió «el concepto positivo de laicidad», que se daba en ese país, pues nació para dar «autenticidad y libertad» a la fe.

Hoy ya no podría decir lo mismo, pues Obama es un decidido luchador por ir implantando el aborto como un derecho --sin respetar la objeción de conciencia--, la homosexualidad en la enseñanza escolar desde la infancia y otra serie de atentados contra la naturaleza humana, la experiencia de siglos, el sentido común y el cristianismo. Y Obama no es el único, ni en ese país ni en el mundo. Los principales organismos de la ONU, que deberían favorecer una educación en humanidad, siguen esa misma línea, propia de la cultura de la muerte. Y con ellos muchos otras instituciones con gran poder legal, político, económico o mediático.

Un Estado laico --conviene tenerlo muy claro-- donde existe una buena y verdadera laicidad, es aquel donde, ante la ley, son iguales los creyentes de cualquier religión y los que no tienen ninguna. Esa neutralidad de un Estado que respeta las diversas creencias, instituciones, comportamientos privados y públicos de una sociedad pluralista, es esencial para que podamos hablar de verdadera democracia. Pero si el Estado impone un laicismo ateo, que acepta como verdades sólo las de las ciencias empíricas y en moral sólo las normas que él va imponiendo --no reconociendo que hay verdades y normas morales de valor universal--, entonces estamos ante una dictadura muy enemiga de la libertad, de la cultura y de la democracia.

Así la Unión Europea, que va imponiendo una perversión del Derecho, promoviendo que sólo se garanticen la expresión de ideas y actuaciones que estén de acuerdo con el discurso hegemónico laicista, quedando excluidas las demás. El legislador europeo introduce una excepción o requisito previo en el reconocimiento de los derechos humanos, pues sólo respetarán a quienes previamente hayan renunciado a sus convicciones morales.

Un caso típico, todavía no resuelto, es la decisión monstruosa del Tribunal europeo para los Derechos Humanos de eliminar los crucifijos de las aulas de las escuelas italianas, contra el parecer inmensamente mayoritario de autoridades, políticos y sociedad civil de Italia, acogiendo la protesta de una madre atea porque a su hijo le molestaba ver ese símbolo religioso en su clase.

Otros casos fuertes de esa intolerancia creciente de las minorías que se autoproclaman tolerantes, son los de la dictadura homosexual. Por ello una joven perdió su corona de Miss América, al opinar que el matrimonio verdadero es el de un hombre y una mujer. Por esa dictadura también un italiano católico perdió su puesto de Comisario en la Unión Europea, al opinar que respetaba a los gays pero que son inmorales los actos homosexuales.

La España socialista tal vez pretende ser la campeona de este laicismo. Descuida la economía, pero ataca a la Iglesia por todos los medios. Ya en septiembre de 2004, el cardenal Julián Herranz dijo en ese país: «Compartimos la seria preocupación de que el concepto democrático de la laicidad del Estado, que es justo, se está transformando en España en otro muy diferente: el de fundamentalismo laicista, y compartimos el temor de que, respecto a determinados proyectos legislativos en marcha, ese laicismo agresivo llegará a tener repercusiones muy negativas en sectores y valores fundamentales de la sociedad». Se refería especialmente a proyectos legislativos contrarios no sólo a la moral cristiana y de otras religiones, sino opuestas también a la ética natural e incluso «al mismo concepto jurídico laico de bien común».

No nos engañemos. Ese laicismo agresivo es un movimiento mundial, incesante, que quiere implantar, sea como sea, una visión del mundo donde no hay lugar para Dios, ni para la religión católica ni para la moral cristiana, ni para la naturaleza espiritual de los seres humanos.

En nuestro país vivimos agobiados, además de por la criminalidad creciente, por dos peligros internos, de alguna manera emparentados con esa criminalidad. Uno, el de los que siguen promoviendo lo que llaman socialismo del Siglo XXI, utopía mil veces fracasada, en la que sólo creen los ignorantes ilusos pero de la que viven muy bien los políticos vendidos al chavismo- fidelismo. El otro es ese laicismo de origen europeo y estadounidense. En mi opinión este último es más peligroso porque se presenta con mejor máscara de amigo, con mayor abundancia de dinero y prometiendo lo que en realidad destruye: libertades, progreso y felicidad.

elsalvador.com :.: Laicismo: el enemigo de la libertad y la democracia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.