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2010/08/01

La Página-"Sufrí acoso y amenazas por malos policías" (y V entrega)-Diario digital de noticias de El Salvador

 En la PDDH la PNC es la institución más demandada por ciudadanos, mientras que en la Inspectoría General de la PNC, un 30 por ciento de denuncias es por malos procedimientos de los policías en perjuicio de los ciudadanos.

Escrito por Jaime Ulises Marinero. 02 de Agosto. Tomado de La Página.


“Fui un día de vacaciones de Semana Santa en 2000, con mi esposa y mi hija de tres años, nos dirigíamos hacia Metrocentro a desayunar a eso de las 8:00 de la mañana. En las inmediaciones del Bulevar Tutunichapa y calle Guadalupe estaba haciendo el alto cuando un pick up de la PNC se fue a estrellar contra la parte trasera de mi vehículo.

En el instante cerré los ojos, mi hija iba en brazos de mi esposa y eso la salvó de resultar herida, pues los vidrios quebrados cayeron sobre el asiento trasero. Como vi que era una patrulla policial, me bajé, mientras que mi esposa se quedó adentro con la niña.

Cuando estaba afuera uno de los tres policías, sin número de ONI, sacó su arma de fuego y me apuntó . No se acerque –me dijo- que el compañero está herido. El compañero era el motorista que se había golpeado la cabeza y se quejaba del dolor. Los otros dos policías me dijeron que me iban a arrestar por lesiones culposas.

Les dije que yo no tenía la culpa porque la patrulla me había pegado atrás mientras hacia el alto y que fueron ellos los que se estrellaron en la parte de atrás. Uno de los policías comenzó a decirme que había sido yo el que frenó intempestivamente y que eso había provocado que me pegaran atrás.

No dejé que me esposaran. Ellos llamaron a una patrulla de Tránsito y a los cinco minutos ya estaban en el lugar. Una mujer policía se me acercó y me pidió los datos y mi versión. Luego se acercó al policía que manejaba y le pidió su versión. Finalmente se volvió a acercar a mí y me dijo que el informe me favorecía porque el que pega atrás paga. Le tomó la declaración a mi esposa y elaboraron el croquis.

Fue tan fuerte el golpe que una de las llantas traseras explotó, por lo que tuve que llamar a un amigo para que me fuera a remolcar. A eso de las 10:30 de la mañana me dijeron que ya me podía ir y que llegara, al retornar de las vacaciones, a la División de Tránsito a recoger el informe.

Cuando fui a tránsito a pedir el informe me llevé una desagradable sorpresa. Según el informe la patrulla iba con sirena abierta a atender una emergencia y yo de manera brusca me les habría atravesado, por lo que toda la responsabilidad era mía. Durante mi declaración yo había aceptado la culpa. El informe había sido elaborado por un agente hombre y no por la mujer policía que había retomado los datos.

Pedí hablar con un subinspector quien me atendió y me dijo que si no estaba de acuerdo con el informe que demandara ante la inspectoría general a los agentes involucrados. Copie los nombres del agente que conducía la patrulla, de los dos agentes que lo acompañaba, de la mujer policía que me tomó la declaración y del policía que firmaba el falso informe.

Fui a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos e interpuse la denuncia, luego fui a la Inspectoría de la PNC a hacer lo mismo. Dos días después, saliendo de mi trabajo en la colonia Santa Elena, un hombre se me acercó y me dijo que me mandaban a decir que si seguía adelante con las denuncias me podía pasar algo, pues tenían mi dirección, mi lugar de trabajo y sabían que mi hija se quedaba en una guardería.

La dirección la habían tomado de mi licencia y nos habían dado seguimiento a mi esposa y a mi. Tuve miedo, sobretodo porque al llegar a la casa, mi esposa me contó que los vecinos le contaron que una patrulla había estado dando vueltas en la cuadra y que detenían la marcha frente a la casa.

Tengo un primo que es abogado y le conté lo que ocurría. Él a su vez tiene un compadre que es oficial de la PNC y fue a platicar con él. Su compadre le dijo que me recomendara que mejor retirara las denuncias porque los policías podían vengarse. Me dio cólera y le dije a mi primo que quería continuar con las denuncias y que si era posible iba a ir a los periódicos a denunciar el caso.

Mi primo se mostró dispuesto a apoyarme y me sugirió ir a la Fiscalía a denunciarlos por amenazas y acoso. Íbamos a ir un lunes, pero una noche antes, una patrulla se llegó a estacionar frente a la casa y los policías no dejaban de ver hacia adentro. Le avisamos a mis parientes y a mi primo, quien le habló a su compadre oficial. A eso de las 10:00 de la noche se fueron.

El lunes, tempranito, recibí una llamada anónima de una mujer que me decía que contaban con el apoyo del oficial y que si no retiraba las denuncias me podía pasar algo pero que un accidente de tránsito. Yo me movilizaba en bus porque todavía no me raparaban el vehículo, le hable a mi abogado y le conté que estaba indeciso en ir a poner la denuncia a la Fiscalía. Me dijo que lo pensara.

Por la noche, al llegar a mi casa, en la acera estaba sentados dos hombres extraños. Uno de ellos se me acercó y me dijo que en la mañana me habían seguido y que sabían todo lo que había hecho en el trayecto. Que no retirara las denuncias, pero que no me volviera a acercar a la PDDH y a la Inspectoría. Que ya no me iban a exigir que pagara los costos de la reparación de la patrulla policial.

Nuevamente hable con mi primo abogado y le dije que ya no quería hacer nada. Pues mi esposa ya no pudo más y entró en una crisis emocional y no podía dejar de llorar.

Nos olvidamos del caso. Tuve que pagar la reparación de mi vehículo que en aquella época me costó cerca de 6 mil colones. Pasaron tres meses y ya ni me acordaba del incidente, hasta que una vez una patrulla se llegó a estacionar frente a la casa. Mi esposa la vio y me llamó para decirme que no me fuera directo a la casa. Resulta que era la misma patrulla que me había golpeado en el bulevar Tutunichapa.

Al siguiente día comencé a buscar una nueva casa de alquiler. A las dos semanas logré irme del barrio Santa Anita, donde vivía cuando ocurrió lo del accidente.

Por azares del destino, años después, me di cuenta en las noticias que varios policías habían sido detenidos por pertenecer a un grupo que se dedicaba a extorsionar a los restauranteros de la colonia San Luis, en San Salvador. Uno de los agentes que salía en la foto, era aquel hombre que se me acercó en la acera de mi casa para decirme que me habían perseguido. Al verlo en el periódico, mi esposa lo reconoció como uno de los agentes que iba en la patrulla, el día del accidente.

Mi primo me recomendó ir nuevamente a la Inspectoría y a PDDH a reabrir el caso. Pero preferí que todo quedara así.

Vendí el carro y compré otro. Logré sacar una casa en una colonia privada. Hoy trabajo en otro lugar. En la licencia y en el DUI mantengo mi antigua dirección. Realmente viví una mala experiencia con malos policías, pero no creo que todos sean así. Algunos deben de ser buenos.

Diario digital de noticias de El Salvador

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