Escrito por Marvin Aguilar.11 de Agosto. Tomado de Diario La Página.
Esta interrogante fue planteada por Benedicto 16 en su visita a Auschwitz en 2006. En Europa, el razonamiento causo entre intelectuales risas de complicidad. Josep Ratzinger es en mi criterio un Papa conservador, pero no puedo menos que reconocer su intelectualidad, esa que le ha llevado a buscar terrenos comunes en temas como el aborto con Barak Obama: nadie debe morir; condenar la protegida por Juan Pablo II, dirigencia de los legionarios de Cristo y, hacer reflexiones sobre Jesús que muchas veces parecieran escritas por un agnóstico; este pensar solo se logra con el respaldo de 2,000 años de historia de luces y, desde luego muchas sombras.
Muchas veces su inteligencia lo aleja del conservadurismo: lo sensibiliza. Hacerse aquella pregunta: dónde está Dios, es una hermenéutica que bien podrían hacerse en nuestro país muchos dirigentes religiosos y oportunistas políticos en la derecha que solo les interesa inficionar a los salvadoreños y en invertir, de un modo peligroso, calumniador lo que debemos entender como bueno y malo, falso o verdadero.
Federico Nietzsche nos ayuda a reconocer a los manipuladores de la religión cuando sostiene que: el anhelo de una fe fuerte, no es que se tenga una fe fuerte, sino más bien significa todo lo contrario.
Hay hombres que tienen fama de grandes líderes religiosos porque nunca nadie les ha refutado sus endebles argumentos. Y uno de los principales defectos de los políticos religiosos consiste en pretender erigirse en modelo de los demás. Sobran nombres en El Salvador.
No se comprende un Dios que se anuncia por diareros.
El disevangelio salvadoreño se aprovecha de la miseria de nuestro país, porque está claro que ese estado impide que le gente piense. ¿No ha escuchado estimado lector las diatribas que desde radio cadena mi gente lanza el neuropolítico Chamagua? ¿No propaga esta y otras sectas una razón enferma? Muchos de estos cismas desde su discurso confuso transfiguran a Dios en castigo y muerte.
Nosotros los liberales pretendemos una trasfiguración de todos los valores con normas de conducta que son inmutables: la libertad, igualdad y fraternidad, de allí que nos vean como una declaración de guerra porque somos una victoria silenciosa que avanza sobre los viejos conceptos de lo verdadero y lo falso.
El pensar troglodita
Se dice que alguien tiene un pensamiento troglodita cuando al igual -por ejemplo- que nuestros antepasados de hace 500,000 años, los Helderbengensis, que a pesar de haber podido comprender su propio espacio físico les era incapaz comprender otros espacios más allá de su mente. Sólo podían ver el mundo que les rodeaba. Les fue imposible a ver otros mundos fuera del suyo.
No habían desarrollado la capacidad de imaginar. Que es lo que nos hace únicos de las otras especies, ya que es esta una manera de prever el futuro; el ser humano desarrolló la imaginación gracias al clima. La era del hielo en el norte: desde Escandinavia hasta España y, una tremenda sequia en el sur: África. Esto hace 140,000 años.
Pretender hacer real el mundo que llevamos en nuestra mente es la eterna lucha entre los humanos. Eso ocasiona guerras: procurar prevalecer nuestra idea sobre otros y sobre la naturaleza.
De allí que la razón deba transfigurarse desde la intolerancia que ahora predomina, para que las relaciones entre humanos ya no generen conflictos innecesarios. Que se forme un brete por una idea religiosa, sexual, política, deportiva, racial no debería de seguir sucediendo o, cuando menos no tan seguido y con la violencia –huelga decir-con que nosotros los salvadoreños lo hacemos.
¿Por qué aún sucede? porque el ser humano no ha terminado de evolucionar. Lo comprobamos con su tendencia a actitudes regresivas de nuestros primeros antepasados, incluso de los proto-humanos: el miedo a la muerte, el milenarismo.
Lo verdaderamente lamentable en nosotros es que parece ser que 7, 000,000 millones de años de evolución se tiran por la cloaca y nos quedamos tan satisfechos por esa acción. Ir más allá de la vida que nos rodea es una actitud natural del ser humano, eso nos saco de las cuevas hace 30,000 años, eso nos llevo al cosmos en 1961.
Por eso cuando se dice desde el conservadurismo más rancio, ya sea de índole religioso o ideológico que el ser humano actual en un afán de libertinaje es que presenta nuevas formas de conducta que atentan contra natura, familia y moral, esa manera de razonar, sólo es una simplista racionalización del pensamiento único que tiene su origen en el también de igual natural egoísmo humano, en los temores a lo extraño, en los mitos y, en algunas personas el temor a perder los privilegios que el estatus quo les otorga. El reto es superar esas tácticas y moldes de pensamiento, la superación de dichos estadios ya nos advirtió Hegel no será sino bajo la dialéctica entre las pretensiones de unos contra las resistencias de otros.
Más que asustarnos, desesperarnos, apurarnos, desilusionarnos, incluso suicidarnos, debemos prepararnos para dar batalla por lo que creemos, lid intelectual me refiero. Hemos avanzado mucho, hay sociedades a las que podemos emular visto que hemos sido incapaces hasta este día de auto resolvernos nuestras diferentes dificultades sociales, políticas, militares, ideológicas, económicas, incluso habrán quienes nos llamen idiotas, algunos más amables idealistas, pero si no es así ¿de qué otra manera seguiremos hacia adelante como nación? antes que otro dramático cambio climático nos vuelva a afectar en nuestra modo de vida cuando menos establezcamos que los pocos logros basados en la transfiguración hacia la razón de esta época sirvan para los que logren quedarse después de esa catástrofe.
Para las futuras generaciones, que no es poco.
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