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2010/08/30

LPG-Elecciones a la vuelta de la esquina

 En el ejercicio democrático normal, los tiempos electorales tienden a hacerse cada vez más inmediatos, porque en realidad la competitividad política es un hecho constante, que no solo se define en las urnas, aunque siempre tenga en estas su escenificación más llamativa. Los partidos políticos nacionales, por su parte, están aún muy determinados, en su comportamiento electoral, por imágenes del pasado, según las cuales cada decisión electoral es una especie de recordatorio del “fin del mundo”, y, por consiguiente, las campañas se les vuelven verdaderos “tours de force” en los que, naturalmente, las dosis de ansiedad y crispación han tendido a rebosar todos los vasos disponibles. Esto llegó a extremos casi absurdos en la campaña presidencial de 2007-2008-2009, y eso podría hacer que en el futuro próximo hubiera un poco más de realismo en juego. Veremos.

Escrito por David Escobar Galindo.30 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica.

El caso es que ahora surgen varias expectativas adicionales, que podrían complicar las emociones políticas en juego. El tema de las llamadas “candidaturas independientes” es una de ellas. Hay, entre otras, una pregunta pendiente al respecto: ¿Lograrán los partidos políticos convertir este desafío estructural en ventaja reconstructiva? Es de suma importancia que se animen a hacerlo, porque el sistema político saldría entonces muy fortalecido. Esta cuestión, como todas las de su especie, puede manejarse para bien o para mal: si solo estimula la vieja y arraigada cultura de los “machos sin dueño”, será para mal; si promueve un ejercicio más responsable de las decisiones y propuestas electorales dentro y fuera de los partidos, será para bien. La prueba, una vez más, es para el sistema mismo.

Es claro que la función política ha venido ganando protagonismo en el país, a raíz de la competitividad que priva en la democracia; pero ese protagonismo ha estado y sigue estando empañado por la falta de confianza ciudadana en el ser y en el proceder de los actores políticos. Pese a ello, y como una muestra fehaciente del compromiso de la ciudadanía con el proceso nacional, al que evidentemente ha tomado como suyo pese a las mil resistencias resultantes del modo de ser tradicional de los políticos y de sus fuerzas organizadas, la colectividad ciudadana viene manteniendo fuertes a los partidos, más allá de cualquier valoración sobre los méritos que estos pudieran haber hecho para merecer ese endoso. Un endoso que además ha sido consistente a lo largo de este ya prolongado tiempo de posguerra.

Vistas las cosas en conjunto y en perspectiva, los partidos políticos se enfrentarán en 2012 y en 2014 con dos realidades a las que, por más giros y maniobras que hagan, no podrán escapar: la propia realidad interna de cada quien y la relación de cada quien con la ciudadanía. Es decir, estarán frente a dos espejos, cada uno de los cuales representa una prueba de sinceración. Lo que ya no funciona es pretender manejar dichas pruebas con las pequeñas argucias aprendidas; ahora de lo que se trata es de responder a la realidad, no de manipular la realidad, como ha sido lo usual en el pasado, aun el más reciente. 2009 significó al respecto un límite sin regreso, al menos sin regreso hacia lo que antes se tenía como catálogo de recursos de control. La vida política es cada vez menos controlable, precisamente porque el control lo va ganando el proceso mismo.

En la medida que se acerquen los plazos electorales oficiales, irá creciendo con paralelismo más o menos previsible la ansiedad partidaria, con todos sus pálpitos y tentaciones. No será como en 2009, porque aquel tremendismo ya dio de sí en su expresión más detonante; pero eso no quita que pueda haber un tipo de ansiedad quizás más intensa, porque no hay nada seguro para nadie sobre el tapete. Todos están a merced de los signos de la realidad, que cada vez están más en manos del factor ciudadano. Es como si la ciudadanía les estuviera pasando factura a los partidos, no para orillarlos a ningún tipo de quiebra, sino para hacerles ver que los tiempos de la impunidad política están quedando aceleradamente atrás. Bajo este signo se anuncian los comicios próximos, y, desde luego, las campañas consiguientes. ¿Se animarán a seguir desoyendo?

Desde luego, la cuestión no es solo de correlación de fuerzas en un plano estadístico: el fenómeno va hacia el fondo de las redefiniciones estratégicas. Hay que reconocer que la compartimentalización mecánica entre derecha e izquierda ya es cosa superada por la misma dinámica de la realidad. No es que desaparezcan tales diferencias de enfoque y de visión: lo que ya no funciona es la cuadriculación del mapa ideológico. Y esto no parecen haberlo entendido aún en la medida de lo necesario nuestras fuerzas políticas, especialmente las que están en la primera línea de la competencia. Las elecciones de 2012 y de 2014 serán por eso un doble test de aprovechamiento para el sistema político en todas sus expresiones y personificaciones. De aquí a entonces iremos viendo quién ha sido capaz de asimilar mejor las lecciones de la experiencia.

Elecciones a la vuelta de la esquina

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