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2010/08/11

LPG-Editorial-Las necesidades abundan; los fondos escasean

 Los fondos escasean, y continuarán escaseando por un buen tiempo previsible. Y esto debe orientar la conducta pública en un doble carril: orden de prioridades y disciplina del gasto.

Escrito por Editorial.11 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

La complejidad de las condiciones en que se mueve nuestra realidad nacional en el presente hace indispensable tomar medidas de urgencia en prácticamente todas las áreas, y esto desde luego requiere programaciones eficientes y recursos disponibles, ambas cosas en el momento oportuno, que casi siempre es ya. Lograr ese sabio equilibrio entre lo que hay que hacer, el orden en que habría que irlo concretando y las disponibilidades financieras es la prueba superior del buen gobierno; y esto se da desde el plano personal hasta el nivel global. Y, cuando hay crisis o efectos de la crisis, como lo que se da en estos momentos, tal exigencia se vuelve imperiosa sin alternativas.

Aunque no sería realista en ninguna parte esperar que un Gobierno deje de lado su aspiración a ganarse la aprobación ciudadana por las actividades específicas que sumen puntos en su haber, también hay que señalar que es una muy grave distorsión el centrarlo todo en el cultivo obsesivo de la propia imagen. Convertir la gestión en “marketing” político es torcer la forma natural de las cosas, y esto lo hemos visto mucho en el ambiente. Por el contrario, de lo que se trata, sobre todo en el momento actual, es de lograr credibilidad ciudadana con base en un desempeño austero, honrado y consecuente.

Los fondos escasean, y continuarán escaseando por un buen tiempo previsible. Y esto debe orientar la conducta pública en un doble carril: orden de prioridades y disciplina del gasto. El desafío, pues, no sólo es cómo tener más, sino cómo tener más sin hipotecar el futuro ni desperdiciar el presente. Es, como antes decíamos, una misión de buen gobierno, en la que el Gobierno debe comportarse como un buen padre de familia.

RESPONSABILIDADES Y LOGROS COMPARTIDOS

Si algo debería estar asumido sin reservas luego de las experiencias acumuladas tanto en el orden nacional como en los planos internacionales es que nadie puede lograr nada fundamental por su sola cuenta. Esto implica entrar sin alternativa en la lógica de los pactos. En estos días, se está hablando cada vez más de la necesidad de llegar a un pacto fiscal, para hacer posible el mejoramiento sostenible de las finanzas públicas, aquejadas por un deterioro progresivo que despierta cada vez más alarmas.

Conseguir ese pacto sería un logro de notable significación, y no sólo en el orden financiero; pero lo único de veras relevante en función de la realidad sería hacer posible que un pacto de tal naturaleza tuviera efectividad en los hechos. Hasta el momento, sólo se habla del tema en plan de propósito, pero no se ve que haya ningún movimiento en la línea de crear condiciones para hacer avanzar dicho propósito. De parte del Gobierno, se está repitiendo hasta hoy la actitud gubernamental tradicional: exponer sus necesidades y reclamar apoyo para resolverlas, sin más. Si se habla de “pacto” hay que hacer lo necesario para sentar las bases de lo que debe ser un verdadero pacto, garantizado y sostenible.

Sabemos que las necesidades abundan y que los fondos escasean. Ante ello, lo realista es estar dispuestos a tres cosas: tener claro el proyecto de país al que han de aplicarse las inversiones, ordenar debidamente el gasto y buscar consensos para asegurar el financiamiento. Y todo eso es elemental, aun en condiciones normales.

Las necesidades abundan; los fondos escasean

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