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2010/08/17

LPG-Operatividad: Los zares del Imperio

 Estados Unidos de América, el Imperio, querido por unos, odiado por otros, admirado por todos; admiración producto de sus logros, se odia o se ama lo grande, nadie odia o ama lo insignificante. No existe en la faz de la Tierra, hoy en día, una clase trabajadora con mejor estándar de vida que la clase trabajadora estadounidense. Un imperio donde el pueblo es el emperador ¡vaya concepto! Pero... ¿cómo llegaron a ser el Imperio? Una tierra inhóspita, desiertos, huracanes, sequías, torbellinos, inmisericordes inviernos; poblaciones indígenas nómadas, ola tras ola de inmigrantes analfabetos y enfermos, una verdadera Torre de Babel. ¿Cómo? Acceso y Operatividad. Qué simple, y talvez ingenuo es el mundo de un ingeniero que todo se reduce a dos, ese mundo digital que pululamos: encendido o apagado, uno o cero, verdadero o falso, blanco o negro, chicha o limonada, sin matices de ninguna clase.

Escrito por Carlos G. Romero.17 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

La Operatividad consiste de dos partes: Ejecución y Reacción. Ejecución: La habilidad de transformar una idea en realidad, de recorrer ese tramo de mente a papel a realidad de manera rápida y eficiente. Reacción: la habilidad de cambiar rumbo, de afrontar lo inesperado con decisión y firmeza, de hacer y deshacer hasta superar la tormenta. No se puede llegar a ser un imperio sin operatividad. El enemigo de la operatividad es la burocracia y sus satélites: ese conjunto de leyes y reglamentos, prácticas y tradiciones; ese mar de gente que opera entre el retroceso y la inercia; sus satélites, esos sectores, gremiales, asociaciones, sindicatos y oportunistas cuyo común denominador es ver qué arañan del erario público; que en su todo forman un agujero negro, devorador de recursos. ¿Qué lleva a un bien intencionado funcionario público a evolucionar, en pocos meses, de un avatar de los hechos “vamos a hacer esto” “vamos a hacer lo otro” a una alicaída deidad “no me pidan milagros”? Precisamente eso: la burocracia y sus satélites, esas arenas movedizas, madrinas de la inercia, entre más se mueve más se hunde. Eso es así aquí y en todas partes. En Estados Unidos, una de las soluciones para lidiar con las burocracias son los zares: el término Zar es usado de manera informal para referirse a funcionarios públicos de alto rango que supervisan una política particular, el control de una gran calamidad, etc.; se reportan directamente al presidente, son cargos temporales, eminentemente ejecutivos, y no requieren de la aprobación del Congreso; con asignaciones a mediano plazo, la misión es resolver, las expectativas son resultados... resultados... resultados.

La función principal es utilizar los recursos existentes para resolver los problemas asignados... mover y coordinar las burocracias; ejemplos notables: el zar cibernético después de los atentados terroristas de las torres gemelas; el zar para combatir el sida, el zar para controlar los daños de la fuga de petróleo en el golfo de México, entre muchos otros...

Operatividad. En nuestro querido El Salvador ya se han visto ciertos intentos de nombrar zares, bueno, uno: el nombramiento del ex presidente de CEPA para acelerar la ejecución de la inversión pública, nombramiento tímido, ad honorem, más como un hobby, que ciertamente no ha producido resultados tangibles. Seguridad, por ejemplo, probablemente necesita un zar, un coordinador de esfuerzos entre las diferentes burocracias: Defensa, Justicia, PNC, Consejo de Seguridad, municipalidades, etc., un operativo que lleve los deseos del señor presidente de mente a realidad de manera efectiva, coordenada y rápida. Ciertamente, no es tarea para talleres, consejos, consensos –operatividad es ejecutar, no discutir–. Algunos dirán más burocracia, no, es reconocer los límites de lo existente y proveer soluciones usando lo que se tiene. ¡Así se hacen los imperios!

Operatividad: Los zares del Imperio

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