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2010/09/03

AVN-La mujer: principal víctima de desaparición y muerte en el mundo-Agencia Venezolana de Noticias

  03 de Septiembre. Tomado de Agencia Venezolana de Noticias.

Caracas, 01 Sep. AVN (Hernán Mena).- La humanidad recuerda con horror la muerte de millones de personas que dejaron y siguen dejando las guerras convencionales en los últimos cien años, pero parece olvidar que hay otra guerra aún más silenciosa, cruel y prolongada, como la declarada contra la mujer, en la que han muerto y siguen muriendo miles de jóvenes, adolescentes y niñas, víctimas de la violencia desatada contra ese ser tan bello, vulnerable y frágil.

Este lunes, 30 de agosto, Día Internacional de los Desaparecidos, decretado por la ONU, como instrumento de lucha moral frente a los crímenes de lesa humanidad perpetrados en países donde ha habido y hay guerras en los que siguen sin aparecen los cuerpos de millones de víctimas de esos conflictos bélicos, fue propicio para refrescar la memoria del mundo sobre ese feminicidio inserto en el contexto de ese genocidio como una herida abierta, que supura dolor en la conciencia humana.

Es el viejo y terrible drama protagonizado por un conflicto en el que no se usan armas convencionales ni de destrucción masiva, sino primitivos y brutales métodos como golpizas, estrangulamiento, apuñalamiento, desmembramiento y el entierro final, y abandono de la víctima en cementerios improvisados, desbordados como caudalosos ríos hasta llegar albergar millones de fosas, unas localizadas y otras, la mayoría, aún sin conocerse su paradero.

Pero, si los desaparecidos en esas guerras fueron hombres y mujeres revolucionarios en su mayoría, víctimas de gobiernos fascistas como el de Franco en España, de Videla en Argentina, de Pinochet en Chile, de Uribe en Colombia y de los dictadores centroamericanos como los Somoza en Nicaragua y Micheletti en Honduras con sus militares, las mujeres desaparecidas en el mundo, han sido y siguen siendo víctimas de otros verdugos tan crueles, implacables y cobardes como aquellos.

Es tan elevado el saldo trágico dejado por esas desapariciones, que las muertes acaecidas en las dos guerras mundiales, junto con las desatadas poco después por EE UU en Corea, Vietnam, Irak-Irán, Yugoslavia, y las más recientes en Somalia, Irak y Afganistán, están muy lejos de superar la cifra de mujeres desaparecidas en el mundo, victimas de la violencia más abominable que pueda perpetrarse contra ser humano alguno.

Se trata en realidad, de una mezcla explosiva, que tiene su origen y causa en primitivas concepciones culturales de algunos pueblos a las que se suman perversas y brutales prácticas delincuenciales que finalmente desembocan en un infierno de violencia, sufrimiento y muerte de las víctimas, cuyos padres, esposos e hijos reclaman justicia a una sociedad que hasta ahora no ha asumido la responsabilidad que le corresponde ejercer ante ese genocidio.

Y es que cada año, según estimaciones de organizaciones defensoras de los DD HH y de activistas como Ayaan Hirsi Alf, diputada holandesa, autora del libro, Yo Acuso, “entre un millón y medio y tres millones de mujeres y niñas pierden la vida como consecuencia de la violencia y el abandono por razón de su sexo.”

“Cómo es posible que ocurra algo así, se pregunta Hirsi Alf para seguidamente dar respuesta a algunas de las razones de ese genocidio. “En los países donde el nacimiento de un varón se considera un regalo y el de una niña, una maldición”, -destaca la autora- se recurre al aborto y al infanticidio selectivo para eliminar a las niñas. Cada día, -agrega- 6.000 niñas sufren la mutilación genital, según la ONU, muchas mueren. Otras sufren dolores atroces durante el resto de sus vidas.”

“En los países en los que se considera a las mujeres propiedad de los hombres, -dice- los padres, hermanos y maridos las asesinan por atreverse a escoger sus propias parejas. Son los llamados asesinatos “de honor”. A las novias jóvenes cuyos padres no pagan dinero suficiente a los hombres que se han casado con ellas, se les mata; son las llamadas muertes “por dote”. Puros asesinatos·”

Pero, si por causa de lo cultural la violencia de género cobra tantas vidas, el factor delincuencial es responsable de la inmensa mayoría de las desapariciones y asesinato de féminas en todo el mundo, como lo afirma esta luchadora social que se basa en estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, según las cuales, “una de cada cinco mujeres tiene probabilidades de ser víctima de una violación o intento de violación a lo largo de su vida.”

La violencia doméstica, y el tráfico sexual, es causa principal del “generocidio”, y así lo constata Hirsi Alf al señalar que “la primera causa la muerte de un gran número de mujeres en todos los países del mundo. Las mujeres entre 15 y 45 años, tienen más probabilidades de ser asesinadas o heridas por sus parientes masculinos que de morir debido al cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico, o la guerra, todos juntos. El brutal tráfico sexual internacional de jóvenes mata a un número incalculable de mujeres.”

Y es que los crímenes que se vienen cometiendo por razones culturales y delincuenciales contra la mujer en todo el mundo en las últimas décadas, compiten en brutalidad y perversión con los que se han perpetrado, que siguen cometiéndose y que culminan con la muerte de combatientes revolucionarios caídos en manos de las dictaduras y demás gobiernos fascistas en Europa, América Latina y el Caribe en poco más de medio siglo.

Al igual que España, Serbia y otros países de Europa, en Latinoamérica y el Caribe, Argentina, Chile, México, Colombia y otras naciones de la región, exhiben un amplio prontuario criminal que registra la desaparición de miles de hombres, niños y mujeres víctimas que antes de ser asesinados, sufrieron las más crueles y bárbaras torturas por parte de verdugos al servicio de serviles dictaduras cómplices del Imperio.

Pero el fin de esas guerras en el viejo continente y el de las dictaduras en el nuevo continente no significó el cese de la desaparición de revolucionarios, ni la de miles de mujeres, víctimas de un generocidio, ya que hoy, centenares de combatientes antiimperialistas permanecen desaparecidos en las cárceles secretas de la CIA alrededor del mundo y decenas de féminas son asesinadas todos los días en África, Asia, Norteamérica, Europa, América Latina y el Caribe.

Como ocurría hasta hace poco en Irak, en Afganistán, cientos de mujeres caen víctimas de las bombas y misiles lanzadas por los invasores yanquis y europeos. En Etiopía, Senegal, Kenia otras naciones de África central y el resto del planeta, entre 100 y 140 millones de niñas y adolescentes han sido sometidas a la mutilación genital y otros millones más corren el riesgo de ser victimas de esa brutal práctica, mientras que en Canadá, EE UU, América Latina y el Caribe aumenta cada día la desaparición y asesinato de mujeres.

México, Colombia, Guatemala, El Salvador y otros países de la región, lo mismo que EE UU y Canadá, son escenario desde hace varios años de miles de desapariciones de niñas, adolescentes y jóvenes, algunos de cuyos cadáveres han sido localizados y otros la mayoría, aún permanecen desaparecidos, víctimas de masacres espantosas perpetradas por sicarios del crimen organizado, narcotraficantes, traficantes de sexo y el machismo desbordado de la violencia doméstica.

La periodista Sara Lovera escribió en 2005 un artículo titulado, Imparables el feminicidio y la violencia contra las mujeres en Latinoamérica, destacando que “Las cifras, por miles, siguen manifestando un dato tras el cual el dolor, la mutilación, el asesinato, la ofensa y el conflicto de pareja minan la capacidad de respuesta de ellas a una vida libre y ciudadana y cobran en otras su propia vida.”

Esta violencia, -escribe- según el análisis de mujeres de 12 países, está cada vez más relacionada con el militarismo en la región, las secuelas de la guerra y los proceso de paz inconclusos. Con el desarrollo de un sistema feroz, cada vez más enfocado al consumo y la explotación, aumenta el número de asesinadas; aparece como grave problema la trata de mujeres y niñas y persiste la impunidad y la indiferencia social y gubernamental.”

“Las estadísticas de asesinatos de mujeres, -señala más adelante- crecen especialmente en Guatemala, El Salvador, México y Colombia, donde lasa cifras de violencia de pareja o dentro del ámbito familiar son imparables y hasta ahora ninguna norma es suficiente.”

“Los homicidios de mujeres en Colombia se calculan en 1.300 cada año, desde hace una década, es decir, más de 13.000 mujeres asesinadas en el contexto del conflicto armado, principalmente durante la edad reproductiva, entre 20 y 35 años. Se considera que en el espacio público los homicidios son responsabilidad de la fuerza pública. Pero en este país, -denuncia igualmente- hay mujeres desaparecidas y detenidas extrajudicialmente, existe persecución y las más afectadas son las líderes.”

En cuanto a El Salvador, la periodista cita datos suministrados por Irma Rocío Gurrola, del grupo Cemujer, quien denunció que “la situación de violencia contra las salvadoreñas se agrava por la aparición de centros de seguridad privados y la falta de celeridad en la atención y desarrollo de programas preventivos, en un contexto político donde se ha debilitado la democracia.”

De acuerdo con la información dada por Gurrola, y confirmada por el Instituto de Medicina Legal de El Salvador, ha ido creciendo en el tiempo el asesinato de mujeres: en 2007 murió una cada 72 horas, en 2008, una cada 36, en 2009, una cada 31 y en lo que va de 2010, una cada 13 horas.”

La misma situación, señala en su trabajo periodístico Lovera, se presenta en Costa Rica, Puerto Rico, Paraguay y Uruguay. “Este panorama de algunos países, revela el tamaño del flagelo, destacando que “en el caso de Guatemala, según Giovanna Lemus, coordinadora de la Red Centroamericana contra la violencia, ya ha significado la atención de las relatoras internacionales y es una secuela indirecta de la guerra y los proceso inconclusos de paz.”

Pero al describir la situación de México, Lovera puso el dedo sobre la llaga más hiriente y profunda que exhibe el cuerpo torturado y masacrado de la mujer mexicana, victima de desapariciones y asesinatos en una orgía de sangre incontenible que ha cobrado las vidas de centenares de jóvenes en los últimos años, especialmente en Ciudad Juárez, fronteriza con EE UU, masacres que han sido descritas con riguroso apego a la verdad por Diana Washington Valdéz en su libro, La Cosecha de mujeres. El Safari Mexicano.

“En 364 paginas, -dice Lovera- la periodista narra el porqué las autoridades mexicanas no han arrestado a los responsables de todos estos asesinatos y sostiene la hipótesis de que algunos de los crímenes fueron perpetrados por jóvenes pertenecientes a prominentes familias de Juàrez que tienen nexos con el cártel de la droga de esa ciudad y compran protección policíaca.”

“La saña con que mataban a las mujeres, fue lo que al principio me llamó la atención, -escribe Washington.- Desde 1993, jovencitas, incluso niñas de sólo 12 años, eran violadas, estranguladas y mutiladas sádicamente. Durante los pasados diez años, más de 400 mujeres han sido asesinadas y una cantidad indeterminada de ellas permanece en calidad de desaparecidas.”

Cinco después del artículo de Lovera, la desaparición y asesinato de mujeres en México y el resto del continente siguen en aumento, como lo constata en otro trabajo periodístico titulado Un año más de impunidad y violencia contra las mujeres en Juárez, publicado en enero de 2010 la periodista Paulina Rivas Ayala, quien señala que “en los últimos 16 años, de 1993 a abril de 2009 se han registrado más de 504 muertes y desapariciones de mujeres tan sólo en Ciudad Juárez.” ¿Cuántas más han sido asesinadas desde entonces"

Pero, la ciudad no sólo ha sido escenario del asesinato y desaparición de mujeres, cuando a partir de 1993 comenzaron a aparecer los primeros cadáveres de las víctimas de ese feminicidio, violadas y mutiladas en terrenos abandonados, sino que en los últimos meses es teatro de una guerra interna en la que desaparecen centenares de personas que mas tarde reaparecen decapitadas, desmembradas, ejecutadas por los barones de la droga en abierto desafío la autoridad y a la justicia.

Y es que Ciudad Juárez, como otras de la zona fronteriza, por donde transitan junto con miles de toneladas de marihuana, cocaína y heroína destinadas a aliviar la insaciable sed de millones de drogadictos estadounidenses, otros miles de mujeres latinoamericanas reclutadas por los traficantes de sexo para trabajar en los prostíbulos del país del norte, es también escenario de una lucha feroz entre los cárteles de la droga por el dominio del mercado.

El enfrentamiento entre las bandas, que ha cobrado la vida de miles de personas, condujo a una virtual declaración de guerra contra los delincuentes por parte del gobierno mexicano, que ha lanzado una ofensiva con miles de policías y efectivos militares en un esfuerzo por vencerlos, pero la infiltración del narcotráfico en los cuerpos policiales y entre algunos funcionarios ha impedido su triunfo y continúa la matanza diaria de gendarmes, soldados, delincuentes y gente inocente.

La desaparición y asesinato de mujeres en Ciudad Juárez se ha extendido junto con la guerra entre las bandas de narcotraficantes a otras ciudades del país, aumentando como es lógica la cifra de muertes que ya es incontenible, lo que ha hecho que organismos internacionales como la Comisión Interamericana de DD HH y Amnistía Internacional junto con otras organizaciones similares hayan intervenido en un esfuerzo por contribuir a la solución del grave problema, pero hasta ahora todo ha sido inútil.

Por eso, el Día Internacional de los Desaparecidos, nos recuerda la necesidad impostergable de buscarle solución al doloroso drama que vive la mujer en todo el mundo, víctima inocente de la violencia propiciada por la práctica de bárbaras torturas instauradas por costumbres y culturas primitivas y la brutalidad desatada por delincuenciales formas de sadismo y machismo, grabadas como una indeleble mancha de oprobio en la conciencia de la humanidad.

Agencia Venezolana de Noticias

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