Ramón D. Rivas.11 de Septiembre. Tomado de Diario Co Latino.
En la Sala Temporal del Museo Universitario de Antropología de la Utec, se exponen fotografías que muestran la cruda realidad de esos patriotas centroamericanos que desesperados por sus difíciles condiciones en sus países de origen, decisión emprender el camino del “quién sabe”.
El foto periodista Mauricio Cáceres, con sus fotografía, nos hace ver y a la vez redimensionar —por lo menos eso se espera— sobre la realidad de los migrantes. Son fotos que nos muestran el valor pero a la vez el sufrimiento de cientos de centroamericanos que desesperados por sus condiciones de vida pero con el anhelo de salir adelante se marchan con la esperanza puesta en alto de que su sacrificio será premiado. Nadie ahora de esos migrantes ignora que el trecho desde su lugar de origen hasta el punto de destino —para muchos sin saber donde— es peligroso.
Son muchos los que no logran lo que se propusieron y murieron o simplemente quedaron varados en cualquier lugar. Una cosa si es cierta, las mutilaciones corporales y mentales son una marca que en muchos nunca desaparece y lo curioso es que los fracasos de los unos sirven como estimulo para que otros se vayan. La realidad es que hoy en día las migraciones causan más desgracia para los pobres y ganancias para el gran capital. Y es que si vemos los fenómenos migratorios a lo largo de la historia, estos han sido una constante en el devenir histórico de la humanidad, han contribuido a la configuración social de todas y cada una de las de villas pueblos y naciones, recordemos por ejemplo, la gran invasión de Alejandro Magno al Asia, los Árabes en la Península Ibérica, las tribus bárbaras en Europa central, los contingentes de esclavos llevados al «Gran Imperio» Romano, la gran aventura de España, Portugal e Inglaterra en el nuevo mundo, las oleadas de millones de europeos que huyendo de las conflagraciones mundiales, se han establecido a lo largo de América, las migraciones estaciónales de trabajadores (nómades) por el mundo, los flujos migratorios del «campo a la cuidad», y en las últimas décadas los desplazamientos de europeos del este, ciudadanos del medio oriente que también, por múltiples guerras internas, han tenido que mudarse de un lugar a otro con todas las consecuencias del caso.
Lo novedoso, peculiar y distintivo de las contemporáneas migraciones, es que se dan en un sentido inverso, de sur a norte en un contexto de globalización con un importante incremento de la población mundial, sobre todo en los países que han adquirido el mote de subdesarrollados. Son los pobres de nuestros países los que desesperados por la miseria deciden marcharse y con ello se transforman familias, redes sociales y hasta naciones. Sino solo veamos lo que sucede en nuestro país. Y es que las migraciones son buenas, pero en determinados momentos de la historia social de un país, de un continente, traen beneficios, pero son malas y hasta transforman sociedades y no para bien en países a medias y con no proyectos definidos.
El problema se agranda cuando los gobernantes se empecinan en ver en la migración la solución a los problemas cuando esto no es más que una mezquindad, una especie de miopía cortoplacista y sin fundamento. En países como el nuestro, el ser humano se ha convertido en el principal producto de exportación nacional y eso debe de terminar pues con el que se va se va no solo un individuo sino que ese ser humano frustrado de una sociedad que no le supo ofrecer nada y tarde o temprano se convierte en beneficio para otras sociedad, cuando hubiese sido la nuestra la que lo debería haber aprovechado.
Y es que todo eso que describimos y vemos en las fotografía que nos muestra Cáceres, se da en un momento histórico de predominio del gran capital, donde el emprendimiento empresarial se hace cada vez más difícil, debido a que prácticamente no existe actividad económica o nichos de negocios donde se puedan iniciar actividades innovadoras a partir de la nada.
Paradójicamente, las migraciones son hoy día una alternativa, para evitar el colapso económico de las naciones desarrolladas y una fuerza que estimula la innovación y la productividad. Pero ¿qué pasa con nuestras sociedades? Hay gran consenso entre los científicos sociales, que las causas determinantes de este proceso generalizado de emigración obedecen a las asimetrías en el desarrollo económico y social, la falta de empleos decentes, bien remunerados, la desprotección social e inseguridad a la integridad y bienestar físico y mental, de sus habitantes, inestabilidad e ingobernabilidad. Mientras las desigualdades persistan e incluso se generalicen, profundicen e intensifiquen, como en la actualidad ocurre, debemos esperar un incremento en la frecuencia, intensidad y magnitud de las emigraciones de la región que como eventos incontrolados generarán las consecuencias indeseadas.
Mauricio Cáceres con sus fotos, a lo mejor nos invita a hacer algo para cambiar este drama que cada vez pareciera alejarse de la luz y refundirse en la oscuridad. Sus fotos nos elevan a la calidad de testigos oculares al contemplar estas imágenes que aunque pasadas para los retratados seguirán siendo reales para los migrantes del mañana. Su oficio de fotoperiodista requiere un sacrifico en donde se conjugan el profesionalismo, la pasión por el trabajo desarrollo, el humanismo y esa constante confrontación con la desgracia humana. Sus fotos son un llamado a la conciencia. Pero el ser humano —considero— no ha nacido predestinado al sufrimiento y por ello estoy seguro que así como mi colega antropólogo Uruguayo, Luís Samandú, titulara su tesis “De la Derrota crear Primavera” —que también describía el drama del migrante— allá, en aquella Universidad de Holanda que nos formó como antropólogos, un día tiene que llegar la primavera para estas naciones pero para ello hay que hacer algo y ya.
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