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2010/09/04

Contra Punto-Algunos elementos de análisis de la actual coyuntura - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Luis Armando González. 04 de Septiembre. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR-De vez en cuando es bueno detenerse para intentar ordenar, no sin el riesgo de equivocarse o de ser superficial, algunos de los elementos que marcan la coyuntura del país en cada situación particular. Es una ordenación-descripción somera de algunos de esos elementos lo que se intentará hacer en las líneas que siguen, dejando constancia de que lo que se expone no tiene más alcance que el de ser un mero conjunto de opiniones que su autor desea compartir con los lectores y lectoras de Contrapunto.
Pues bien, para comenzar, un primer eje de análisis de la actual coyuntura es la relación y tensiones existentes entre la Asamblea Legislativa y el Órgano Ejecutivo, por un lado, y el Órgano Judicial, por otro. Para ser más precisos, en este último caso, nos referimos a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). La CSJ, a través de la Sala mencionada, está reafirmando la independencia judicial con resoluciones que no sólo son claves para apuntalar la precaria democratización del país, sino para poner límites constitucionales a prácticas reñidas con el Estado de derecho y la democracia.
Dos de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional ponen en jaque, por un lado, el monopolio partidario de las candidaturas y el anonimato de quienes, catapultados por partidos políticos, buscan ser elegidos sin que se conozca su rostro; y por otro, el manejo discrecional de los recursos públicos por el Ejecutivo, que es una de las peores herencias dejadas por los gobiernos de ARENA y que había que cortar de un tajo.
Las reacciones en contra de estas dos resoluciones han sido airadas y hasta desconcertantes en algunos casos. Por ejemplo, en la caso de la regulación del manejo de los fondos públicos, muchos de los que antes cuestionaban esa práctica por los gobiernos de ARENA ahora exigen que se le tolere también al gobierno del presidente Funes, en lugar de mostrarse satisfechos porque ese mal se supere en la presente gestión gubernamental.
Un segundo eje apunta a las relaciones entre el FMLN y el gobierno del presidente Mauricio Funes. Aquí, después de un periodo bastante prolongado de crispaciones –que prácticamente abarcaron casi todo el primer año de gobierno y que en algunos momentos hicieron sospechar de una abierta ruptura entre ambas instancias— se ha llegado a una situación de relativa estabilidad. Cada cual ha decidido respetar su esfera de influencia, buscando más los puntos de encuentro y prestando menos atención a los puntos de desencuentro que tienen que ver, por un lado, con aspectos ideológicos y, por otro, con la conducción política en temas como la reforma fiscal o la promoción del sector empresarial que, en su momento, fue cercano a ARENA.
El Plan Quinquenal, hecho público al cierre del primer año de gestión, abrió la posibilidad de un acercamiento más sustantivo entre el gobierno de Funes y el FMLN, pero por ahora las apuestas de aquél parecieran ser las que se hicieron antes del Plan Quinquenal, lo cual se entiende dada la precariedad de los recursos públicos para encarar el reto de la inclusión social propuesto en el mencionado Plan.
Un tercer eje es el de la relación entre ARENA y el gobierno de Funes. Lo destacable aquí es el debilitamiento de ARENA a raíz de la separación de los diputados que luego formaron GANA. Con esta ruptura, ARENA ha tenido serias dificultades para aglutinar en torno suyo al bloque de derecha, lo cual ha dado a Funes un suspiro luego del anuncio del ex presidente Alfredo Cristiani –tras el arribo de Funes a la presidencia de la República— de que en El Salvador “ardería Troya”.
ARENA, al menos en estos momentos, no está en condiciones de desafiar ni desde la Asamblea Legislativa ni desde fuera de la misma al gobierno. Más que un bloque de derecha lo que hay en la Asamblea Legislativa es una derecha atomizada, sin una corriente partidaria que la aglutine y marque sus orientaciones estratégicas. No se sabe cuánto pueda durar esta atomización, pero mientras ello suceda el gobierno de Funes tiene un problema menos de qué preocuparse.
Un cuarto eje de análisis es el de la relación entre el FMLN y ARENA. En un escenario con un partido ARENA hegemonizando el bloque de derecha en la Asamblea Legislativa, seguramente se tendría una polarización nítida, con pocas posibilidades de realizar transacciones y pactos.
Sin embargo, la atomización del bloque de derecha ha permitido que se rompiera el relativo equilibrio existente entre ARENA y el FMLN a favor de este último, en buena medida por el pragmatismo del que han hecho gala, en diferentes momentos, los diputados de GANA, el PCN y el PDC, al igual que quienes se han declarado “independientes”. En otras coyunturas de un equilibrio relativo semejante, un ARENA fortalecido decantó a su favor, casi incondicionalmente, al PCN y al PDC. Pero, por ahora, su capacidad de aglutinar en torno a sí a los demás partidos de derecha se ha debilitado y eso ha permitido al FMLN no desgastarse excesivamente en debates irresolubles con ARENA. 
Por último, para cerrar con esta mirada panorámica de algunos ejes coyunturales, se puede apuntar un asunto de lo demás polémico: las relaciones entre el gobierno de Funes y la sociedad salvadoreña. Desde esta última, lo propio es un deterioro socio-económico creciente, en el que se hacen presentes aspectos estructurales agudizados por el impacto de la crisis económica, de la cual no se vislumbra aun su fin.
A este deterioro socio-económico se suman los elevados niveles de violencia criminal que amenazan con convertir a El Salvador en otro México. Y, por último, se tiene una erosión cultural –alimentada por la lógica competitiva-consumista, el deterioro material en la vida de los ciudadanos, el desarraigo y la marginalidad— que ha puesto en jaque de las normas básicas de convivencia social.
Una sociedad en esas condiciones, es una sociedad desencantada y frustrada. Y, sin embargo, esa sociedad tiene esperanzas en que desde el gobierno las cosas se están haciendo bien y, más aún, se pueden hacer mucho mejor. Quizás sea esto lo que se refleje en la elevada aceptación popular del gobierno del presidente Funes en distintos sondeos de opinión que se han realizado desde que este último comenzó su gestión. Se reconocen los graves problemas que tiene el país, pero se aprueba al gobierno y al presidente. Cabe destacar, asimismo, que en las respuestas del gobierno, hay esfuerzos novedosos (Plan Quinquenal, dignificación del magisterio, entre otros), pero también líneas de acción heredadas del pasado (por ejemplo, en materia económica y en materia seguridad pública).

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