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2010/09/05

EDH-Editorial-Hay alternancia ahora ¿La habrá mañana?

 Cuando un movimiento comunista llega al poder, se petrifica y se acaba la democracia. Lo fácil es entregar el poder a un partido de extrema izquierda; lo que resulta casi imposible es sacarlo de allí

06 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.

 

La "alternancia" en el poder no necesariamente fortalece la democracia a menos que la haya, alternancia, en dos períodos sucesivos. Hitler fue el reemplazo de Hindenburg, pero sólo dejó el poder metiéndose un balazo en la cabeza cuando los rusos invadieron Berlín. Fue después de setenta y tantos años que los bolcheviques salieron del poder al despanchurrarse el "glorioso bloque socialista de naciones"; casi al unísono todas las dictaduras rojas se vinieron abajo, no por voluntad propia sino porque el sistema estaba podrido hasta la médula.

Más de alguno de nuestros lectores vio un repugnante programa el viernes pasado, en el que dos cubanos castristas se lamentaban de los ataques que otros cubanos hacían contra "Cuba". No oponiéndose a la más oprobiosa y larga dictadura del Hemisferio, sino atacando a "Cuba".

Ya se vio esto, "dejà vu": en el siglo pasado, el XX, iban y venían por América los apologistas de los dictadores, fueran estos los Pérez Jiménez de Venezuela, Trujillo de República Dominicana, Somoza de Nicaragua (país que cayó de una benigna dictadura con una irrestricta libertad de expresión, al régimen sandinista y sus alianzas con la narcoguerrilla colombiana y Teherán), Perón de Argentina, Velasco de Perú… y en cada caso, la agresión no era contra el dictador, sino contra "Venezuela", "Argentina", "Perú".

Las dictaduras siempre se envuelven en la bandera nacional, son la encarnación viviente de "la patria". Stalin fue, según sus aduladores, el alma de "la madre Rusia" aunque haya exterminado a cuarenta millones de sus hijos; Trujillo, que tiraba a un mar infestado de tiburones a sus opositores, no sólo era "padre de la patria y padre de la patria nueva" sino que en agradecimiento eterno los dominicanos bautizaron con su nombre la capital, como Stalin con Tsaritsyn, que durante tres cuartos de siglo fue "Stalingrado", actualmente Volgogrado.

Cualquier día amanecemos con Fidelgrado, Chegrado y Hugogrado.

Siguen los históricos, nadie puede quitarlos

La diferencia de hoy con aquel entonces es que en cada lugar que visitaban, la gente hacía el vacío a los esbirros de cualquier dictadura, pues recibirlos era contaminarse del oprobio. Ni Trujillo, ni Perón, ni Velasco Alvarado celebraban elecciones, ni toleraban diarios independientes. Esos carniceros proscribían partidos opositores y desterraban a los que se les oponían. En El Salvador se recibían a los opositores de Ubico de Guatemala y en Honduras, pese a estar en el poder Tiburcio Carías, se daba asilo a los desterrados por el general Martínez, entre ellos a Napoleón Viera Altamirano. Habla bien de Carías, por cierto, el que su hijo haya sido electo presidente de Honduras y que entregó el poder al final del período fijado por la ley.

La regla en el mundo contemporáneo es que cuando un movimiento comunista llega al poder, se petrifica y se acaba la democracia. Lo fácil es entregar el poder a un partido de extrema izquierda; lo que resulta casi imposible es sacarlo de allí. La más larga dictadura del mundo es la de Corea del Norte; Kim Il Sung fue designado dictador por Stalin al final de la Segunda Guerra Mundial; su hijo Kim Jong Il se mantiene y ya designó heredero a uno de sus hijos, como Fidel a Raúl.

Tampoco las dirigencias rojas entregan el poder partidario, como se ha visto en las elecciones del FMLN: siguen los históricos, nadie los quita.

elsalvador.com :.: Hay alternancia ahora ¿La habrá mañana?

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