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2010/09/24

EDH-Editorial-No hay tesoros escondidos pero sí barriles enterrados

El mejor reparto de la riqueza, desde el punto de vista "social", es crear empleo, darle a las personas la posibilidad de sostenerse y no vivir de limosnas estatales

24 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.

 

dmundo Dantés, el novelesco personaje de Alejandro Dumas, encuentra en la cueva de la isla de Montecristo, el inmenso tesoro del abate Faria, lo que le convierte en uno de los hombres más ricos de Francia. Y con esa riqueza tiene el poder de vengarse de los que lo hundieron en las mazmorras del castillo de If…

Es en extremo raro encontrarse riquezas enterradas, aunque no inusual en los tiempos de la droga, barriles con millones de dólares. Por hoy, empero, hablaremos de las pequeñas, medianas y grandes fortunas que se generan con trabajo y dentro de la ley. No caben, en esto, las fortunas de los corruptos, de los maleantes o del que gana la lotería de Florida.

Los patrimonios son producto de esfuerzos, sacrificios, aciertos, perseverancia, innovación, cabeza y celo administrativo. El dueño de un gran taller, por lo general, inició en pequeño y fue creciendo gracias a servir bien a sus clientes, dando calidad, cobrando razonablemente, ahorrando y reinvirtiendo parte de sus ganancias en ampliar y mejorar su negocio. El dueño contrata a sus empleados, administradores, mecánicos, personal de limpieza, vendedores y asistentes pagando salarios acordes al mercado y cotizando prestaciones.

El personal, a su vez, de manera voluntaria, escoge trabajar en una empresa y no en otra, ya que en un país libre las opciones son múltiples. Cuando se le presentan mejores oportunidades o negocia quedarse o cambia de ocupación. En los países socialistas los trabajadores laboran donde la autoridad los asigna, sin posibilidad de cambiar en lo que les queda de vida.

El mejor reparto es generar empleo

La "transferencia de riqueza" es el natural resultado de lo que mueven los negocios: compra de servicios, pago de salarios, ahorro en bancos, servicio a clientelas, suministro de productos, pago de transportistas. El contador gana un salario y con ese salario compra en la tienda del vecindario, paga el colegio, se viste, va al cine, puede adquirir un automóvil, etc. La tienda del barrio, a su vez, se abastece de otros negocios, paga a una dependienta, paga a la peinadora del salón… la cadena es prácticamente infinita pues habrá quienes, entre la gente que participa, que vayan a reparar algo al taller de donde en un principio salió el dinero.

Ese natural reparto de la riqueza se realiza con la mayor justicia, pues da a cada quien la parte que corresponde al esfuerzo que hace. Contribuye más el operador de los tornos que la señora que sirve el café, debido en parte a que requiere más conocimientos y experiencia lo uno que lo otro.

En el mundo real, los negocios, en una abrumadora mayoría, ganan entre cero y un veinte por ciento cuando no hay pérdidas, no dos mil o cinco mil por ciento como puede creer cualquier pobre diablo que nunca trabajó.

El grave problema es que muchos piensan que las empresas tienen garantizadas las ganancias, que "reparten injustamente la riqueza" y, por lo mismo, que los burócratas o políticos de gran sensiblería social lo harán mucho mejor que el propio mercado. De allí surge toda clase de esquemas disparatados que pronto terminan reduciendo la producción y por ende empobreciendo y no enriqueciendo a los que más lo necesitan.

El mejor reparto de la riqueza, desde el punto de vista "social", es crear empleo, darle a las personas la posibilidad de sostenerse y no vivir de limosnas estatales.

elsalvador.com :.: No hay tesoros escondidos pero sí barriles enterrados

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