La preocupante reacción ante el paro
Carlos Ponce.15 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La semana pasada, las pandillas que operan en el país lograron paralizar la actividad económica de El Salvador a través de amenazas y actos criminales, atemorizando a la población y a ciertos sectores de la sociedad, algo que no habíamos experimentado los salvadoreños desde el cese del conflicto armado que sufrimos durante la Década de los Ochenta. Las gremiales empresariales señalan que, según sus sondeos, las pérdidas derivadas de la limitada operatividad comercial registrada durante los tres días en que los pandilleros mantuvieron en pánico colectivo al sector privado, ascienden a varias decenas de millones de dólares.
Según los comunicados difundidos por los pandilleros mediante anónimos y videos, dichas agrupaciones pretendían presionar para que no se sancionara la ley que las prohíbe. Existen varias lecturas de expertos en el tema acerca de las verdaderas motivaciones detrás de este paro. Algunos sostienen que fue orquestado por la izquierda radical para desgastar al Presidente Funes, con el fin de que su administración se califique como Estado fallido. Otros argumentan que el paro es el ineludible resultado de las presuntas negociaciones que funcionarios del ramo de seguridad han sostenido con los cabecillas pandilleros (a los que estos últimos hacen alusión en sus comunicados) y las implicaciones que éstas conllevan.
Independientemente de cuáles fueron las verdaderas motivaciones que propiciaron la acción pandillera, es importante analizar la reacción del gabinete de seguridad pública. Debido al limitado espacio que ofrece este tipo de publicación, solamente mencionaré tres evidentes señales del deterioro del aparato de seguridad, reflejadas en la respuesta de dichos funcionarios ante la crisis sufrida la semana pasada.
Primero, la tardía reacción de las autoridades demuestra una decadencia en la inteligencia policial, ya que no lograron anticipar el paro y tomar las medidas respectivas para evitarlo. El reciente caso de un oficial de policía proveniente de la Fuerza Armada, sobre quien se ha solicitado al Centro de Inteligencia Policial y al Organismo de Inteligencia de Estado, se investigue su vida íntima, en el marco de una investigación disciplinaria (no una indagación penal), sugiere que los sistemas de inteligencia están siendo utilizados para la persecución política al interior de la Policía, denunciada reiteradamente por varios oficiales, y no para adelantarse a la delincuencia. Existe, por lo tanto, una desnaturalización de la inteligencia policial.
Segundo, el cambiante discurso público del Ministro de Justicia y el Director de la PNC sobre el paro, evidencian un pésimo manejo técnico del tema y una intención notoria de engañar a la población. A lo largo del paro, estos funcionarios cambiaron frecuentemente sus explicaciones, llegando al extremo de sugerir que todo era solamente un rumor magnificado (no obstante que se registraran quemas de buses y ataques a controles policiales con granadas), pero no sin antes haber asegurado que el paro era una reacción de los criminales ante el descubrimiento de los barriles en Zacatecoluca. En sus declaraciones llegaron hasta señalar que les parecía sospechoso que el sector privado cediera con tanta facilidad ante las amenazas de los pandilleros. Definitivamente, no existió un manejo técnico y serio de la situación.
Tercero, funcionarios de seguridad recientemente han anunciado, utilizando un discurso diametralmente diferente al de meses anteriores, ciertas medidas de seguridad que se adoptarán al interior de los centros penitenciarios. La seguridad en los presidios fue lo primero que se flexibilizó después de que los actuales titulares asumieran sus cargos. Ahora están corrigiendo la plana, pero después de que miles de personas han sido victimizadas por sus errores.
El aparato de seguridad gubernamental está en su peor momento y se necesitan hacer ajustes operativos y estratégicos radicales para rescatar a El Salvador de las garras de la criminalidad.
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