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2010/09/09

El Faro- Ante la masacre - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

 Por Mauricio Silva.09 de Septiembre. Tomado de El Faro.

Mucho se ha escrito sobre la masacre de Tamaulipas donde murieron 72 migrantes, la gran mayoría centroamericanos, por la indignación, el dolor y la impotencia que ha provocado, porque nos enseña las horribles injusticias contra los más débiles y cuán bajo puede caer el hombre, y lo corrupto de mucho del sistema. Pero como dice el sacerdote José María Tojeira (Ética y Política), nos corresponde seguir escribiendo desde la indignación para salir de las condenas de corta duración. Con ese objetivo enfoco este artículo en la necesidad de actuar, identificando algunas medidas posibles, para que actos de esa naturaleza ya no se repitan.

Para señalar medidas correctivas hay que tener claras las causas, las que en este caso son multinacionales. Parte corresponde a El Salvador, nuestro país expulsó a los migrantes. Cuando ellos salen conocen los peligros, quizás no lo dantesco de casos como el de Tamaulipas, pero saben de los peligros y lo duro de la ruta, del tren de la muerte, de los sobornos, del cruce del desierto, de la migra, y, para los afortunados que logran llegar al Norte, lo duro de la vida allá. Y a pesar de ello, emprenden la travesía. Esto nos debe hacer reflexionar de cuán dura será la vida que dejan atrás para aceptar esa espinuda y peligrosa aventura como alternativa. Es cierto que no toda la decisión se debe al atractivo de escapar de la vida que dejan atrás, también está el atractivo que la nueva vida ofrece, pero mucho pesa sobre la maldita miseria de la que se quiere escapar.

México también comparte mucha de la culpa. Esas bandas de criminales como los Zetas son los culpables directos, pero las autoridades mexicanas ya sabían de ellas, de sus actividades; los cuerpos de policía mexicanos también lo sabían y hasta colaboran con ellas. Sabiendo esto no hubo acciones significativas para evitar esa constante violación de los derechos humanos.

El tercer implicado es los Estados Unidos. Son los americanos los que emplean a los indocumentados, son los indocumentados los que hacen el trabajo que ellos no quieren hacer. El gobierno de Estados Unidos acepta los impuestos que la gran mayoría de los indocumentados pagan desde que empiezan a trabajar allá. Son los americanos los que consumen la droga que bandas como la de los Zetas les proveen. Y sin embargo, la mayoría de los americanos están, en una forma u otra, en contra de ellos y su legalización. Son esa realidad y las políticas como las de Arizona las que obligan a la red informal y corrupta que transporta a los migrantes.

Dado lo anterior, la primera medida lógica para asegurar el respeto a los derechos humanos de los migrantes en forma permanente es el formalizar ese proceso de migración lo más posible, por lo menos hasta la frontera de México – Estados Unidos. Esto o algo similar debería ser el planteamiento del Presidente Funes en su reunión con Calderón la próxima semana; ojalá pudiera hacer el planteamiento con, o en nombre de, todos los presidentes del Triángulo Norte. Su planteamiento podría incluir el proveer una visa de tránsito para los migrantes, reconocer su ruta y proveer en ella las facilidades mínimas, sobre todo seguridad y servicios básicos. Ello debe ser un esfuerzo conjunto de por lo menos los cuatro países, sus presidentes, cancillerías y ministros de finanzas. Estos últimos deben estar involucrados pues son ellos lo que controlan las aduanas y proveerían el financiamiento para esa iniciativa. La posición de Funes debe ir más allá del reconocer y castigar a los culpables, debe partir de reconocer una dura realidad y formalizarla.

El segundo planteamiento en la reunión de presidentes en México podría ser el retomar con mayor fuerza el apoyo a la reforma migratoria en los EEUU. De nuevo ello debe ser un esfuerzo constante, multinacional y del más alto nivel. Ese apoyo debe incluir por lo menos, la legalización de los migrantes en los EEUU, la garantía del respeto a los derechos humanos de los nuevos migrantes por parte de las autoridades americanas y la no separación familiar en el caso especial de los migrantes con hijos americanos.

Estas iniciativas requerirán financiamiento tanto del estado como de los migrantes que deberán pagar por las visas y el tránsito por la ruta formal, sin embargo, esos recursos necesarios serán mucho menores que los costos actuales. Cifras oficiales de los Estados Unidos estiman entre 850 y 300 mil inmigrantes ilegales cada año en la última década, el 80% de ellos de América Latina, o sea, por lo menos 240 mil migrantes latinos al año. Cada migrante está pagando unos $7 mil por su viaje, con todas las inseguridades que ello conlleva como la matanza de Tamaulipas lo evidencia, ello implica un total de por lo menos $ 1,700 millones al año. Además están los costos humanos, los más duros y que más marcan.

El tercer paso necesario es el esfuerzo de nuestros países para no expulsar los migrantes. Ello implica especialmente invertir en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, revertir la cultura de violencia y la impunidad, educar sobre la migración, sus costos y cuidados necesarios, y un esfuerzo conjunto de los sectores públicos y privados para crear empleos. El fenómeno de la migración forma parte de la realidad de México y los países del Triangulo Norte, involucra a un porcentaje significativo de su población, y representa una fuente de ingresos nacionales muy importante, de allí la responsabilidad, sobre todo de los estados de esos cuatro países, de enfrentarla y buscarle soluciones, las que deben ser de corto y largo plazo.

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