Durante una breve ceremonia en el aeropuerto de Comalapa en la que los familiares recibieron los cuerpos de las víctimas de una masacre a manos de narcotraficantes, el presidente Funes reveló que además de un ecuatoriano y un hondureño, un salvadoreño logró salir con vida y ya está en Estados Unidos.
Edith Portillo.06 de Septiembre. Tomado de El Faro.
Los once cuerpos fueron traslados en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana y entregados en el aeropuerto de Comalapa.
Al ecuatoriano que contó al mundo la matanza de 72 migrantes en el norte de México, y al hondureño que también logró salir con vida del múltiple crimen de los narcotraficantes Los Zetas, se sumó un salvadoreño, que logró llegar a Estados Unidos, informó este domingo el presidente Mauricio Funes.
El gobernante hizo la revelación durante la ceremonia en que se dio recibimiento a los cadáveres de 11 salvadoreños identificados entre las 72 víctimas mortales del 24 de agosto en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas.
Las autoridades lograron reconocer como salvadoreños a 13 de las 46 víctimas reconocidas. De ellas llegaron este domingo los cuerpos de 11, transportados por una avión de la Fuerza Aérea Mexicana.
A las 2:30p.m., cinco horas más tarde de lo programado, el avión aterrizó en una pista en el Aeropuerto Internacional El Salvador, y militares salvadoreños bajaron uno a uno los 11 féretros, cubiertos con la bandera salvadoreña.
Los cadáveres, correspondientes a ocho hombres y tres mujeres de entre 20 y 55 años, originarios de los departamentos de La Libertad, La Paz, Usulután, Sonsonate, San Miguel y Cuscatlán, fueron recibidos en uno de los hangares de la Fuerza Aerea Salvadoreña en la terminal aérea.
En el lugar se celebró una breve ceremonia a la que asistieron cerca de 45 familiares de las víctimas, y en la que participaron también Funes y nueve funcionarios de su gabinete de gobierno. “Este es un momento difícil para el pueblo salvadoreño (...) Es un hecho sin precedentes en la historia de las migraciones en este país”, dijo Funes, quien además reconoció que la tragedia era el reflejo de que en El Salvador aún no existen las condiciones de vida necesarias como para evitar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos.
“No llegamos a tiempo como para evitar esta masacre, pero tenemos que seguir trabajando porque seguro hay jóvenes que siguen acariciando el sueño americano (...) Yo no puedo culpar a México de lo sucedido, hay una responsabilidad compartida también de los salvadoreños, de las autoridades, que tenemos que hacer los esfuerzos para que aquí haya condiciones de empleo, de educación, de salud”, dijo el mandatario.
Funes reveló además la existencia de un tercer sobreviviente que se suma al ecuatoriano y al hondureño. Esta tercera persona, según dijo, es un salvadoreño que logró ya pasar a Estados Unidos, aunque no dio más detalles sobre su identidad ni sobre el tipo de información que habría proporcionado sobre lo ocurrido.
La masacre del grupo de 72 migrantes indocumentados, entre los que había personas de nacionalidades hondureña, salvadoreña, brasileña, ecuatoriana y guatemalteca, fue presuntamente perpetrada por el cártel de Los Zetas, que controla la conocida como la “ruta del migrante” que cruza México hacia Estados Unidos y que, desde hace meses, se dedica a secuestrar indocumentados para pedir a sus parientes el pago de rescates. El Estado de Tamaulipas, a orillas del Golfo de México y fronterizo con Estados Unidos, es un territorio en disputa entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, que solían ser el grupo de sicarios al servicio de la organización narcotraficante.
De los identificados como salvadoreños en el grupo de 72 fallecidos, aún queda pendiente la repatriación de dos adolescentes: Wilmer Velásquez, de 16 años, y Yeimi Castro, de 15. En ambos casos deben concluirse todavía las pruebas de ADN practicadas a sus familiares, dado que con los pocos datos y la falta de huellas dactilares en sus documentos no fue posible realizar rápidamente su reconocimiento.
Según dijeron a la prensa fuentes de la cancillería salvadoreña, los familiares de las víctimas han preferido evitar el contacto con la prensa por razones de seguridad, debido a que algunos de ellos han recibido amenazas.
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