Comentarios mas recientes

2010/09/13

La Página-15 de septiembre de 1821, su historia-Diario digital de noticias de El Salvador

 Escrito por Marvin Aguilar.14 de Septiembre. Tomado de La Página.

Después de los juicios por infidencia que siguieron a los participantes del movimiento de 1814; en donde el padre Delgado, los próceres Arce y Celis  culparon a Pedro Pablo Castillo de haber sido el único instigador del levantamiento; las ideas liberales o independentistas eran perseguidas por las autoridades de la colonia.

Entre 1813 y 1821 no hubo más alzamientos de parte de los mestizos e indígenas, pero existía un sentimiento de rencor y descontento bajo esa aparente calma. Las convulsiones sociales eran cuestión de tiempo. El pensamiento conservador tendría tarde o temprano que desmoronarse.

Solo se esperaba el surgimiento de un líder, un caudillo, un hombre bueno, fuera indio, mestizo o español que los organizara. ¿Por qué los mestizos siendo la mayoría junto a los indígenas no dieron ese paso? Porque los mestizos no podían superar su complejo de inferioridad ante los criollos y esperaron que estos dieran la señal para el levantamiento y asumieran el control del mismo. Lo que ignoraban las masas era que nuestros criollos no tenían el valor, el carácter y energías para lograr construir un movimiento independentista. Nuestros próceres titubeaban entre el temor a las masas y, la espera del triunfo de los movimientos de independencia del norte y del sur de América.

Estábamos así: falta de confianza entre sus propias fuerzas; cada estamento desplaza a otros sectores la responsabilidad de la iniciación de la lucha. El indígena espera confiado en los “hombres buenos”; el mestizo, en los criollos; y estos, en el triunfo de los insurgentes de los países más desarrollados. Esta situación de periferia y contención solo podía terminar tarde o temprano en una revuelta sangrienta.

El levantamiento liberal en España de 1820

Los comandantes Riego y Quiroga se sublevan obligando a Fernando VII a restablecer la constitución de Cádiz, que otorgaba una serie de libertades a las colonias favoreciendo esto a los liberales salvadoreños, pero ocasionando entre los criollos aristocratizantes y españoles, quienes a la postre serían los conservadores, un visible desagrado.

Los seguidores de la corona española en Centro América se imaginaban al monarca preso en las garras de los aborrecibles liberales y por ende obligado a poner en vigencia la herética constitución de Cádiz; estos, asustados por su reaccionarismo intransigente en materia política y por su fanatismo ultramontano en lo religioso deciden para salvar a las provincias de Centro América del malvado liberalismo que corroía a España, hacer un giro inesperado: colaborar con los insurgentes que pedían la independencia.

México da la pauta con su llamado plan de Iguala el 24 de febrero de 1821. De esta manera el arzobispo de Guatemala que hasta hace poco excomulgaba y amenazaba a los insurgentes, ahora se declaraba partidario de la independencia pues se diría en aquella acta lo siguiente: la prohibición de los cultos no católicos, respeto a los privilegios y propiedades del clero y régimen monárquico de gobierno. Sólo de esa manera podía entonces Dios superar el trago amargo de la independencia de España.

Asistimos pues a un acto de unidad extraño dentro de la historia de las provincias: los criollos salvadoreños junto a nobletes guatemaltecos; hombres de cerrada mentalidad feudal junto a tribunos republicanos; partidarios de la constitución de Cádiz así como acérrimos enemigos de la misma; el más rico añilero de San Salvador Isidoro Castriccione y el arruinado añilero Manuel José Arce. Todos convergían ahora en un punto común: una independencia sin derramamiento de sangre y, sin bruscas trepidaciones. Como lo diría nuestro actual presidente durante su campaña electoral: un cambio seguro.

El acta de la independencia centroamericana.

Como todos sabemos fue redactada por José Cecilio del Valle: personaje aristocratizante y, enemigo de los cambios bruscos; refleja pues este documento en parte el espíritu del autor: evitar una declaración inmediata de independencia y, en parte el sentimiento popular e histórico de separarse del gobierno español.

Comienza nuestra acta de independencia: … el señor jefe político la mande a publicar, para prevenir las consecuencias que serían terribles, en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo. Queda con esto evidenciado la firme voluntad del pueblo por independizarse y, al mismo tiempo, el temor de los sectores dominantes ante la avalancha de las masas.

La partida de nacimiento de nuestras patrias es contradictoria: por un lado no se acepta la fórmula del plan de Iguala mexicano y no se desea declarar la independencia de España. Por eso la clausula segunda remite al congreso que se convocará, para decidir “el punto de independencia general absoluta y fijar en caso de acordarla, la forma de gobierno y la ley fundamental que deba regir”.

Nuestros próceres nos tenían ni en gallo ni en gallina; las colonias no eran más colonias, pero no obtenían emancipación política, ya que dejan al jefe político español continuaba ejerciendo su cargo de acuerdo a la constitución de Cádiz, que tanto temían. El único cambio de importancia es la formación de una Junta Provisional Consultiva a la que de paso dejan con funciones vagas y mal definidas que muy poco podían limitar democráticamente al jefe político español. Los miembros de la citada junta eran nada menos que personajes monarquicoaristocráticos como: José Cecilio del Valle, el Marqués de Aycinena y, el doctor Ángel María Candina. Se trataba de mantener el estatus colonial lo más posible.

Ante tanta pusilanimidad José Francisco Barrundia, criollo republicano, comienza en calles aledañas, plaza en frente, patio, corredores y antesala del palacio donde estaban reunidos nuestros próceres a hacer sentir el ominoso clamor de los mestizos e indígenas exigiendo una clara independencia, para lo cual es necesario que el jefe político español preste juramento de independencia y luego de fidelidad al gobierno americano que se establezca.

Todos los reunidos en el acto entraron en pánico y sus corazones timoratos cedieron a la realidad inexorable: el jefe español se sometió al juramento en manos del alcalde primero de la ciudad de Guatemala.

El autor del acta trata de restarle importancia a este hecho en el documento, pero lo cierto es que el momento histórico se impone de la mano de la voluntad popular: se obliga a prestar juramento ante la nueva patria a la Junta Provisional,  que hablamos antes, al ayuntamiento, el arzobispo y demás autoridades civiles y eclesiásticas, triunfa de esta manera la independencia total de España. El congreso se convocará solo para decidir sobre la forma de gobierno y la ley fundamental. Finalmente se ordena como conmemoración la acusación de una moneda.

Corolario

Como profesor de historia he estado en contra de la imposición de arquetipos, de la exaltación de personajes que al ser llamados e idolatrados como próceres y, ser confrontados con la  intrahistoria resultan debiendo explicaciones éticas, bajo esta lógica imparto mis clases. Nuestras próximas generaciones tendrán ayudados por las nuevas tecnologías no renunciar al pasado, sino establecer justas, nuevas concepciones del mundo, la patria siempre valorara a quienes se atrevan a la audacia de emprender nuevos y atrevidos caminos.  

Fuente del artículo: Apreciación Sociológica de la Independencia Salvadoreña, Alejandro Dagoberto Marroquín, Biblioteca de Historia Salvadoreña, tomo 7, CONCULTURA, 2000. 

Diario digital de noticias de El Salvador

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.