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2010/09/19

LPG-Adoptar un marero

 Adoptemos a un marero orando por su conversión. Suena escandaloso pero pido paciencia para exponer las ideas, ya que lo primero que brota ante la brutal situación de violencia es un sentimiento de odio contra quienes cometen crímenes impensables. Sin embargo, el cristianismo enseña que se odia la injusta actuación pero no a la persona que la comete, lo cual es un ejercicio mental saludable para tener un corazón libre, para pensar novedosos planes estratégicos para combatir con eficacia el flagelo de la criminalidad e inseguridad regional. Si no, ¿qué diferencia tendremos con los asesinos, quienes también aman a quienes les hacen bien y odian a quienes les dañan?

Escrito por Kalena de Velado.19 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Cuando se reza por la conversión de un marero estamos además orando porque Dios ilumine a gobernantes, ciudadanía y oposición a unirse a trabajar, dejando de lado actitudes insensatas de acusación que reflejan el uso de palabras peyorativas como “incapaces” o en frases mediocres de excusa como “que nada de los gobiernos anteriores sirve y todo es heredado”.

Hace poco leí los principios que promueven miles de jóvenes miembros de una red mundial para hacer efectivas las políticas públicas educativas y de prevención de delincuencia juvenil, a raíz de una conferencia organizada recientemente por la ONU en México en el año de la niñez y adolescencia. Estos muchachos (as) coinciden firmemente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la cual se establece que la familia es la unidad fundamental y natural de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y por el Estado. Entre los principios que piden respetar es que les consideran hijos de padres y miembros de una familia, personas relacionales y no individuos autónomos, exhortando a las naciones a apoyar a los padres como los principales educadores de los jóvenes, a fin de posibilitar la educación moral, religiosa, intelectual, práctica y física de los jóvenes.

Y señalan que “los derechos de los jóvenes están basados en sus capacidades en desarrollo. El período de la juventud comprende una fase crítica durante la cual nuestro derecho a tomar decisiones propias evoluciona conforme a nuestra madurez, y, según la Convención sobre los Derechos del Niño, debe estar equilibrado con los derechos y deberes de los padres”.

Los muchachos y muchachas consideran “el derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte natural” y que “los jóvenes son partícipes del desarrollo y del empleo. Como somos la clave del futuro, debemos estar en el centro del desarrollo. La juventud es el tiempo para discernir los talentos que pueden ser empleados durante el resto de la vida”.

“Debe respetarse una interpretación adecuada de la sexualidad y de las relaciones saludables. En el encuentro y el aprendizaje sobre nuestra sexualidad natural, debe inculcársenos el sentido de responsabilidad y respeto por nosotros mismos. La expresión plena y adecuada de la sexualidad puede realizarse solo mediante el compromiso desinteresado, absoluto y para toda la vida que se encuentra arraigado en la institución natural del matrimonio entre un hombre y una mujer”.

Proclaman que “hombre y mujer están fundados en la naturaleza. Las personas jóvenes, como todos los miembros de la familia humana, son creados varón y mujer. Ratificamos los acuerdos que afirman que el género no es una construcción social y se refiere a los dos sexos, masculino y femenino”.

“La juventud debe ser protegida de toda explotación. Particularmente, debemos ser resguardados de la explotación y tráfico de personas para trabajos forzados, del mercado del sexo, de la esclavitud y la la participación en conflictos militares (niños soldados)”.

Adoptar un marero

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