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2010/09/11

LPG-¿Cuándo iniciamos el cambio?

 Escrito por Rafael Rodríguez Loucel.11 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

Tal como lo manifestamos recientemente los tres poderes del Estado en una situación de crisis mundial agravada por problemas estructurales y coyunturales propios del país han venido actuando con un común denominador de inercia y accionar reactivo. Gran parte de esa tónica se debe a que el país y la sociedad salvadoreña no tienen un rumbo definido, al carecer de un Plan de Nación y “navegar siempre a la deriva sin carta de navegación”. En El Salvador se improvisa, se esbozan planes por parte de los gobiernos (hay uno todavía inédito 2009-2014), por parte de partidos políticos, gremiales, entes autónomos (privados y públicos) que en el camino se abandonan (a veces no inician). Esa es nuestra forma de actuar, “llamaradas de tusa”, con una mentalidad de crítica en lugar de aporte, cuando lo que se necesita es que en una forma concertada trabajemos en una reconversión del tejido productivo y en una reforma estructural del Estado y del régimen democrático.

Es una sociedad esencialmente egoísta en la que todos creemos que somos poseedores de la verdad absoluta y aun cuando existen señales típicas de un Estado fallido, seguimos actuando en los foros públicos, donde se discute la problemática nacional para agotar esfuerzos de encontrar soluciones, con derroche de soberbia. Es realmente inverosímil que en una sociedad con extrema inseguridad pública por la exacerbación de la violencia y el homicidios; ineficaz Estado de Derecho; problemas cada vez más evidentes de institucionalidad; de una ciudadanía identificada por su falta de sentido de pertenencia, identidad, dividida, polarizada, falta de liderazgo, actitud ganguera, narcotráfico, alta densidad demográfica, oportunismo (compadrazgo), apatía, y un extenso etc. Y aun con todo ese escenario todavía se anuncia un pacto fiscal, se siguen tapando hoyos, cuando ya son cárcavas... y todavía la partidocracia persiste.

Con esos problemas que se advierten al final del túnel que no son precisamente la luz de la esperanza, sino la de un tren cargado con carencias y obstáculos, como energía, agua, salud, educación, saturación de San Salvador, sigamos difiriendo e improvisando. Con una insólita irresponsabilidad se le está difiriendo a las siguientes generaciones un país inviable, cuando lo que El Salvador necesita es una sacudida (no precisamente de un volcán) para encontrar el rumbo, de una revolución moral, reforma educativa y de un sistema de transparencia, que erradique la corrupción como mal endémico de este país, perturbador de un accionar sano y desinteresado en pro de la colectividad.

Como salir de la involución para construir un futuro. Ese retroceso excluye variables de “análisis de coyuntura” y en los cuales se ha llegado a afirmar que estamos saliendo de la crisis interna y se perciben resultados positivos en las tradicionales variables de un análisis economicida. La crisis es estructural y prefiero que me consideren pesimista o aguafiestas, pero no irresponsable por publicar una lectura superficial del panorama integral del país.

Un accionar revolucionario de la ciudadanía es lo que se necesita: del campesino, del obrero, del empresario, del militar, del político, del maestro y también de los dirigentes religiosos o guías espirituales, (realizando todos al unísono un papel de agentes de cambio en sus respectivos entornos, para poder erradicar actitudes apáticas, ambiciones personales y egoístas, que no permiten que se conciba una actitud altruista de trabajo para construir una nueva sociedad, acompañado de un accionar de amor al prójimo como tanto se pregona). Los funcionarios del Estado tienen que actuar con esa filosofía, con propuestas transparentes, sin agenda oculta y reacciones viscerales de interés político. ¿Cuándo empezamos el verdadero cambio?

¿Cuándo iniciamos el cambio?

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