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2010/09/16

LPG-Editorial-El punto clave está en garantizar un desarrollo sano y real

 En estos días, el Presidente de la República, que llegó al puesto en el vehículo del FMLN, ha vuelto a distanciarse de dicha clase de modelos. Esto es clarificador en buena medida, pero no en la suficiente para dar adecuadas seguridades de futuro.

Escrito por Editorial.16 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Periódicamente se activa la discusión sobre los modelos ideológicos, especialmente en relación con el socialismo, tanto el del siglo XX como el llamado “del siglo XXI”. Después de 1989, cuando colapsó por su cuenta el “socialismo real” de corte soviético, está cada vez más claro que ese tipo de figuras absolutistas es completamente incompatible con un verdadero desarrollo, en cualquier parte. Desde luego, aquel socialismo de molde marxista y sobre todo leninista, que más bien era una especie de horma para garantizar la perpetuidad en el poder de un pequeño grupo, se mantiene como tentación irresistible para los que quisieran hacer lo mismo; pero las condiciones y los tiempos ya no dan para ese tipo de mesianismos artificiales.

En estos días, el Presidente de la República, que llegó al puesto en el vehículo del FMLN, ha vuelto a distanciarse de dicha clase de modelos. Esto es clarificador en buena medida, pero no en la suficiente para dar adecuadas seguridades de futuro. Lo verdaderamente estabilizador con miras a potenciar un desarrollo a la vez moderno, amplio y sostenible sería que el FMLN pudiera salir de esa ambigüedad en la que se ha venido moviendo desde hace tiempos, por una parte con declaraciones de altos representantes que adhieren en forma catequística al “socialismo del siglo XXI” y por otra parte con expresiones que parecen querer hacer sentir que el propósito no es implantar un modelo socialista a rajatabla.

Si algo crea inseguridad sobre lo que pueda venir es que las fuerzas políticas principales, y en especial la de izquierda, no suelten prenda segura sobre sus líneas permanentes de acción. Lo más probable es que no las tengan claras ni ellos mismos, y eso agrega más incertidumbre en un ambiente ya suficientemente cargado de indefiniciones básicas.

Reiteramos: es hora de “cabezas frías”

La tumultuosa realidad en la que nos movemos tiende a calentar cabezas y a generar impulsos de pura visceralidad. Esto lo vemos nítidamente en el manejo de la violencia delincuencial que padecemos. Los hechos se suceden y a la cola de los mismos van las medidas coyunturales. Y como no se dan las debidas coordinaciones institucionales, de inmediato van surgiendo las discrepancias, como se ve ahora mismo con las medidas más estrictas que se implementan en los penales, cuyo sistema está a punto de ser –si no lo es ya– un sistema fallido.

Nos seguimos preguntando, cada vez con más estupor: ante las urgencias crecientes que detonan en la realidad y frente a las razones que hacen cada vez más irrebatible la necesidad de entendimientos integrales, ¿cuál es el impedimento para que una problemática como la de la violencia beligerante en el país siga estando segmentada en los distintos nichos institucionales? Más aún: ¿Qué sentido tiene repetir hasta el cansancio la tendencia a reaccionar frente a lo que ocurre en vez de accionar para que lo que ocurre no siga ocurriendo?

Necesitamos un esfuerzo de “cabezas frías” en todos los ámbitos de la vida nacional. “Cabezas frías” que, desde luego, no quiere decir cabezas indiferentes o evasivas, sino todo lo contrario: capaces de comprometerse de la manera más responsable tanto con la plenitud de los diagnósticos como con la efectividad de los tratamientos y con la sostenibilidad de las soluciones. Sólo por esa vía se abren auténticas posibilidades de enfrentar con éxito los diversos desafíos de alta intensidad que siguen apareciendo en el ambiente.

El punto clave está en garantizar un desarrollo sano y real

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