Mauricio Funes está destinado a producirme, como provoca a numerosas personas, un péndulo de sentimientos que van desde el desgano hasta la encendida admiración.
Escrito por Ivo Príamo Alvarenga.22 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Cuando comenzaba su carrera de entrevistador, me invitaba con frecuencia a su set y probaba mucha simpatía por él. Me impresionaban su capacidad analítica, la dedicación con que preparaba sus entrevistas y su prodigiosa memoria sobre datos y opiniones que había conocido.
Luego, se convirtió en un franco tirador contra el gobierno de ARENA que me simpatizaba y un encubierto defensor del FMLN que no me gustaba, y como muchos otros empecé a alejarme. Al convertirse en candidato de la izquierda para establecer, según mis temores y los de la mitad de la población, un régimen como el de Nicaragua, ya que no el de Venezuela, en nuestro país, me volví su crítico.
Pero desde su discurso de toma de posesión y en recientes actuaciones, cuando ha puesto distancia con los regímenes populistas represivos a los que temíamos nos iba a someter, el júbilo de quienes profesamos amor por la libertad ha sido inmenso y es necesario exteriorizarlo, siempre que se pueda y de manera enfática.
En la segunda estrofa de nuestro Himno Nacional, hay unos versos que, citados de memoria, dicen: “Dolorosa y sangrienta es su historia // Pero excelsa y brillante a la vez // manantial de legítima gloria // gran lección de espartana altivez”.
La altivez espartana, como sabemos por los conocidos episodios históricos, consiste en no temer a fuerzas considerablemente superiores, para defender los intereses de la patria y la libertad. Funes ha dado muestra de ella al colisionar con el FMLN. Algunos dicen que choca con “el partido que lo llevó al poder”, pero en realidad fue él quien llevó el partido al gobierno. Jamás con otro candidato hubiera ganado las elecciones.
El más reciente disenso del presidente con el FMLN ha sido su afirmación de que el partido quisiera seguir los modelos de Cuba y Venezuela, mientras para él son inadaptables a la realidad salvadoreña. Las reacciones adversas que con ello ha generado son:
Que Funes quiere congraciarse con la derecha mediante esas expresiones. Nada más ajeno a la realidad. Sería necesario que él fuera tonto, para creer que con tan poco puede granjearse el apoyo derechista. Se precisaría que la derecha fuese estúpida para volverse funista con esa afirmación. La derecha y su partido insignia, ARENA, está sosteniendo una oposición cerril, que solo terminaría con la recuperación del gobierno.
Que Funes corre el riesgo de quedarse solo. Es decir que el FMLN podría abandonarlo y pasarse a la oposición. Lo cual sería una prueba de cretinismo político. Si el instituto de izquierda sabe aprovechar el prestigio de Funes, tendrá en ello su mejor carta para ganar en las próximas elecciones presidenciales. Aparte de que el presidente no se quedaría solitario.
Inmediatamente se amalgamaría alrededor de él un movimiento de apoyo que tendría grandes expectativas electorales. Pero esto es fantapolítica, jugar con hipótesis irreales.
Que no es verdad que el FMLN quisiera importar los modelos de Cuba o Venezuela. Esta afirmación amenaza hacer crecer la nariz a toda la dirigencia y no solo a uno de sus miembros.
Que es una descortesía de Funes esa expresión en vísperas de su viaje a Cuba. En ello hay una pizca de verdad. El presidente debiera evitar toda frase que pueda ser irritante al régimen cubano, aunque no ha dicho nada de ofensivo.
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