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2010/09/16

LPG-Independencia y proyecto

 Las naciones nacen de proyectos de realización común. Proyectos que son presentados y posteriormente gestionados por determinadas élites. Si el proyecto pierde sentido por las razones que sea, la nación tiende a disgregarse o romperse. Cuando esto pasa, si las condiciones del país son sanas, surgen nuevos proyectos que cohesionan de nuevo voluntades.

Escrito por José María Tojeira.17 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Estos proyectos de realización común no funcionan si no logran el respaldo amplio de la gente. Generalmente se crean mitos, leyendas o incluso se manipula la historia para crear una justificación ideal que gane adeptos al proyecto de realización común pensado y encabezado por unos pocos. Pero aun con eso, un país que no tiene un proyecto común que responda a su realidad sufre disgregación y crisis permanentes. Los golpes de Estado son muestra de ello a lo largo de nuestras historias centroamericanas. Como también lo es la migración masiva. Porque los migrantes ni ven proyecto personal de desarrollo en el propio país, ni ven proyecto socio político posible que los incluya en su patria. La violencia de amplias asociaciones ilícitas es una muestra más de la falta de proyecto eficaz de realización común.

En El Salvador los proyectos de realización común que están en la base de la construcción de nuestro país fueron siempre débiles, elitistas y poco participativos. En ocasiones los caudillos conseguían apoyos relativamente grandes. Otras veces los políticos, a través de la propaganda, consiguieron más buena imagen que satisfacción con la situación del país. Pero la aceptación del gobernante no significa que haya proyecto de nación aceptado y asumido por las mayorías. El miedo a rumores, que llevan a grandes grupos de nuestra población incluso a rehuir la calle o el transporte, refleja, más que la falta de confianza en un proyecto de realización común, la ignorancia y la falta de fe en que ese tal proyecto exista.

Para que un proyecto tenga el adecuado respaldo no bastan con unas elecciones que apoyen a un partido político. Los votos se pueden dar a un partido por cansancio del anterior, por opción ideológica, por miedo a la victoria de otro que se considera peor, etc. Pero no necesariamente porque la gente esté convencida de que hay un buen proyecto de nación. Los partidos, además, tienen la tendencia a presentarse como la verdadera esencia de lo que el país es o debe ser. Y con ello dificultan todavía más la elaboración adecuada y la autoapropiación ciudadana de verdaderos proyectos de realización común. Lo mismo podemos decir de las ideologías, cuando estas no son vividas con reflexión crítica y se convierten en catecismos de fanáticos.

Lo indispensable para tener un proyecto de realización común que pueda ser asumido por las mayorías es dialogar amplia y participativamente sobre la propia realidad. Y optar por poner los pasos, lentos la mayoría de las veces, pero necesariamente rápidos en algunos temas y momentos que abran la realidad a todos. Inclusiva y participativamente. Mientras no hagamos eso, y lo hagamos pronto, la fraseología sobre la independencia no pasará de ser pura ideología y justificación de concepciones reducidas de grupos de poder.

Independencia y proyecto

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