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2010/09/28

RAICES - Los dominios de las pandillas-Periodismo Alternativo desde El Salvador

 Elmer Villalobos.28 de Septiembre. Tomado de Raices.

Las más de 16 cuadras que comprenden el Centro Histórico de San Salvador, conocido como “Microrregión”, es un territorio codiciado por las pandillas que solicitan a vendedores la llamada “renta”, cada clica de las diferentes maras toman como propia cada cuadra de la capital.

El Centro Histórico se ha convertido en el lugar donde vendedores de todos los lugares del país llegan a promocionar sus productos, ahí las personas pueden encontrar todo tipo de productos, desde granos básicos, ropa, discos de música hasta accesorios para el hogar.

En ese mismo centro se puede encontrar incluso droga, celulares robados y armas de fuego en el conocido “Mercado Negro”, ubicado en las cercanías de la iglesia El Calvario, en plena capital.

Entre esas cuadras llenas de ventas informales, subsisten las pandillas, que intentan dominar cada espacio donde los vendedores realizan sus negocios.

“Juan” era un vendedor de ropa del centro de la capital, su venta era buena; sin embargo, las pandillas empezaron a solicitarle que pagara la “renta”, de lo contrario su vida podía peligrar.

Él es solamente uno de los miles de vendedores informales que tiene que pagar la extorsión que solicitan los pandilleros.

Este vendedor tuvo que alejarse de su puesto al ver como sus compañeros eran asesinados o sus familias secuestradas por los jefes de las clicas que exigían cantidades exorbitantes de dinero a cambio de regresar a los familiares, quienes casi siempre eran asesinados, a
pesar que el dinero fuera entregado.

La pandilla que exige la renta donde tenía su puesto “Juan”, en las cercanías del Palacio Nacional, exige que mes a mes cada uno de los puestos deje un sobre con la cantidad solicitada en un comercio que se encarga de recolectar el dinero y luego entregarlo a los mareros.

Cada mes, el puesto donde es dejada la renta cambia, por seguridad de los mareros, para saber cuál será el local donde se entregará el sobre, los pandilleros se lo hacen saber, bien a los miembros de la seguridad de la cuadra o al presidente de la asociación de vendedores
del lugar.

El monto de la renta varía de cuadra en cuadra, y de la pandilla que lo imponga, sin
embargo, la mayoría ronda los doce dólares.

En otras zonas del Centro Histórico, los comerciantes deben entregar la renta a los presidentes de las asociaciones de vendedores, quienes al final deben de responder por el dinero.

Si el presidente de la asociación no entrega la cantidad acordada, solo le queda dos cosas por hacer, o le entrega el nombre del vendedor que se negó a dar la renta a los pandilleros, o se hace responsable de pagar el dinero faltante.

Quien se niega a cualquiera de las dos cosas corre el peligro que un día un pandillero de unos quince años se le acerque y, sin mediar palabras, saque un revolver apuntándole directamente en la cabeza y descargue el arma a sangre fría.

Y es que la mayoría de los pandilleros que transitan en la capital recolectando la “renta” son menores que oscilan entre los trece y los dieciocho años, los jefes de las maras saben que es más fácil salir de la cárcel si se es menor de edad.

Aunque no existe un acuerdo entre las maras, cada una respeta el territorio de la otra, la única forma en que una pandilla empieza a cobrar la renta en una zona es que la policía haya desmantelado al grupo pandillero que domine la zona, al ocurrir eso la otra mara no tarda en llegar donde los comerciantes para informarles que la renta será cobrada ahora por ellos.

Hay zonas muy marcas en el Centro Histórico, una es la ubicada entre la avenida España y la calle Darío, en las cercanías de Catedral Metropolitana, algunos vendedores han identificado ese lugar como parte de la frontera entre la MS y la 18.

Aunque es un secreto a voces, algunos vendedores aseguran que de Catedral Metropolitana, buscando al Mercado Ex Cuartel, es territorio de la 18, mientras que del mismo lugar, donde también se encuentra el llamado kilómetro cero rumbo a Simán Centro, le pertenece casi por
completo a la MS.

“La raza”

Este era el nombre del grupo de vendedores que se habían organizado en algunos puntos del centro, con la finalidad de impedir que las pandillas cobraran la renta donde ellos tenían sus puestos de venta.

El grupo tenía como tarea rechazar de tajo la “renta”, pero el número de vendedores pertenecientes a “La raza” era muy pequeño y fácil de identificar.

Al ver las pandillas que este grupo se negaba a pagar la extorsión se fueron por el camino fácil, asesinar a sus dirigentes más destacados.

En el 2009, más de tres integrantes de este grupo de vendedores asociados fueron asesinados, la mayoría tenían sus puestos en el pasaje Cañas, al costado norte de Catedral Metropolitana.

Sobre ese pasaje, los pandilleros intentaron por más de tres años imponer la renta, pero “La raza” los detuvo, hasta el día en que fueron muertos uno a uno sus dirigentes, de ahí, a los comerciantes no les quedó más remedio que agachar la cabeza y estirar la mano para entregar
el pago de la extorsión.

A pesar de estos datos, la PNC asegura que los índices de extorsión en el centro de la capital han disminuido notoriamente en los últimos meses.

“Yo he visto llegar a los pandilleros con Saco”

“Pedro” vende en una de las cuadras arriba del antiguo Telégrafo, en su cuadra, las maras todavía no han descifrado la forma de cobrar la extorsión, lo han intentado, pero sus esfuerzos no han podido con la organización de los vendedores.

Al principio, las maras empezaron a dejar en la cuadra hojas volantes, donde manifestaban la cantidad de dinero que exigirían, esto hizo que rápidamente los vendedores implementaran sus propias medidas de seguridad.

“Yo he visto llegar a los pandilleros con saco en la cuadra donde vendo”, dice “Pedro”, no obstante, los saben diferenciar, ya que son mareros conocidos del lugar.

Una de las primeras medidas que algunos vendedores implementan es obligar que los miembros de la seguridad privada que cuidan los puestos se vistan de civiles, con la finalidad de despistar a los grupos de maras.

Cuando ven llegar a los mareros, los comerciantes empiezan a “pasar la bola” a través de mensajes que solo ellos entienden y de los cuales se han puesto de acuerdo previamente.

Normalmente preguntan por el presidente de la asociación, a lo cual los vendedores aseguran que en esa cuadra no hay asociación. Pero este método saben los vendedores que les durará muy poco, los pandilleros saben cómo ingeniárselas para cobrar su impuesto, del que nadie puede evadir.

“Pandilleros comerciantes”

Cada vez, las maras buscan el método de dominar el Centro Histórico, y saben que la forma más directa para lograrlo es siendo parte de los vendedores que habitan ahí.

Por tal razón, algunas clicas han empezado a colocar sus propios puestos de ventas, vendedores aseguran que, al principio, solo vendían CDs piratas, pero con el paso de los años, ahora los miembros de pandillas se dedican a comercializar ropa y traficar productos robados de furgones.

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